Despertar en plena sabana con la luz del amanecer colándose a través de los amplios ventanales de la habitación, cabaña o tienda y, sobre todo, con los continuos sonidos que producen los cientos, quizá miles, de animales que rodean el alojamiento… Sin duda, es una de las experiencias vitales más sobrecogedoras y una lección de modestia ante el orgullo de que hacemos gala los seres humanos al colocarnos a nosotros mismos en la cúspide de la pirámide evolutiva.

Pero merece la pena. Mucho. Más aún: resulta casi una obligación pedagógica para todo viajero que se precie. Y si, además, se tiene la oportunidad de hacerlo en el lugar con mayor concentración de vida salvaje de África, entonces la experiencia puede convertirse en toda una obsesión.

La particularidad del Ngorongoro, frente a otros parques nacionales de África, es que los grandes mamíferos africanos (leones, leopardos, hipopótamos, búfalos, elefantes, rinocerontes negros, cebras, impalas, gacelas, hienas…) y aves como avestruces, águilas y buitres, entre otras muchas especies, no se ven obligados a migrar sino que permanecen durante todo el año (toda su vida, en realidad) sobre la caldera de este volcán dormido hace tres millones de años, con unos 20 kilómetros de diámetro y 265 kilómetros cuadrados de extensión –aunque el espacio protegido alcanza los 8.000 kilómetros cuadrados, prolongándose por las laderas exteriores y áreas colindantes y llegando a unirse al no menos espectacular Parque Nacional del Serengueti.

Lujos inimaginables en la sabana

Muchos de esos grandes animales se pueden ver desfilar, casi a tiro de piedra y sin necesidad de emplear unos prismáticos, desde las habitaciones de Serena Safari Lodge(www.serenahotels.com), un alojamiento que figura desde hace varios años en las principales listas que reconocen a los mejores hoteles del mundo. No es extraño, si se tiene en cuenta la calidad de los servicios prestados. Por ejemplo, el hecho de que en sus 75 habitaciones y suites haya televisión por satélite, teléfono y conexión wi-fi o baños con hidromasaje. Lujos inimaginables en un lugar tan recóndito y salvaje.

serena safari lodge madmenmag

Una vista panorámica de Serena Safari Lodge

Pero, además, el hotel sorprende por su arquitectura, pues sus fachadas están construidas con rocas de río y casi se mimetizan con el paisaje del Ngorongoro, un espectacular espacio protegido reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial en el año 1978.

Ngorongoro Sopa Lodge

Ngorongoro Sopa Lodge

También en el borde del cráter se sitúa Ngorongoro Sopa Lodge (www.sopalodges.com), un gran complejo de 91 habitaciones dobles donde los huéspedes pueden relajarse, tras las excursiones por el fondo del cráter, en la piscina, el jardín, la veranda de su propio cuarto o en el restaurante, que dispone de una impresionante cristalera desde la que se domina una buena parte del cráter.

Extensa panorámica

No menos impactante es la extensa panorámica que ofrece la amplia terraza del restaurante de Ngorongoro Wildlife Lodge (www.hotelsandlodges-tanzania.com): aquí observar la vida salvaje resulta tan sencillo como aguzar un poco la vista o utilizar alguno de los binoculares estratégicamente colocados en ella y seguir de cerca las evoluciones de los animales. Así, comer o cenar en esta terraza es una experiencia que sobrecoge a todos, por su belleza e inmensidad. Algo más sencillo que los anteriores (en cuanto a la decoración y los servicios prestados a sus huéspedes), el hotel ofrece 80 habitaciones, incluidas tres junior suites y una suite presidencial.

Desayuno en la terraza de Ngorongoro Wildlife Lodge

Desayuno en la terraza de Ngorongoro Wildlife Lodge

Aparte de los habituales safaris para descubrir los grandes mamíferos residentes en el cráter, una interesante particularidad es que los clientes de este alojamiento pueden participar en excursiones para el avistamiento de las aves que anidan aquí. Con servicios bastante básicos, aunque también más personalizados (por el tamaño del alojamiento), Rhino Lodge (www.ngorongoro.cc) ofrece 24 habitaciones dobles, con vistas al bosque. El lodge aprovecha parte de los edificios de lo que fue la base de operaciones del primer conservacionista de este espacio protegido, Henry Fosbrooke, conservando un estilo bastante rústico e integrado en el paisaje circundante.

Intercambio cultural

Pero, sin duda, la forma más auténtica de ambientarse es alojarse a pie de tierra (también en el borde del cráter) en un campamento de tiendas. Una verdadera aventura, aunque siempre bajo el control de los rangers, que se puede vivir en Lemala Ngorongoro (www.lemalacamp.com), complejo formado por nueve tiendas (ocho triples y una familiar, para cuatro o cinco personas), protegidas por un bosque de acacias.

Lemala Ngorongoro

Lemala Ngorongoro

No hay que engañarse: los lujos y comodidades de que disfrutan los huéspedes del campamento están a la altura de muchos hoteles: con baños privados, grandes duchas, camas king-size, confortables suelos de madera, electricidad alimentada por energía solar las 24 horas del día… Además, este campamento está muy próximo a una comunidad maasai con la que, habitualmente, interactáan los huéspedes, en un rico intercambio cultural.

Selección Viajar: Ngorongoro Crater Lodge

No fue una casualidad que en el año 1934 el gobernador colonial británico de lo que entonces se conocía como Tanganica decidiera establecer una residencia de recreo al borde del cráter del Ngorongoro. Y no lo fue porque, ya por entonces, la gran llanura representaba uno de los lugares favoritos de los cazadores blancos gracias a la concentración de enormes mamíferos de la zona. Por fortuna, aquella residencia se transformó con el paso del tiempo en uno de los alojamientos con más charme del continente africano y ahora sus huéspedes solo vienen a “cazar imágenes”.

Ngorongoro Crater Lodge

Interior de Ngorongoro Crater Lodge

Ngorongoro Crater Lodge no es un solo alojamiento sino que engloba tres complejos, cada uno con sus propios servicios. En total ofrecen 30 suites en cabañas completamente abiertas a la vida salvaje y con unas espectaculares panorámicas. De hecho, los tres campamentos (norte, sur y el situado junto a los árboles) se encuentran localizados al borde del cráter, lo que permite contemplar este espacio protegido en toda su inmensidad y realidad.

Tiene sentido que los campamentos (dos de doce suites y uno de seis) busquen los espacios abiertos. Porque aquí todo, o casi todo, se realiza al aire libre. Desde las comidas hasta las largas charlas vespertinas en torno a una taza de té o una copa de vino, mientras los huéspedes asisten al sobrecogedor espectáculo sonoro de la sabana africana. Aun así, las suites y cabañas no escatiman en lujos, construidas en un ecléctico estilo colonial inglés que mezcla arquitectura maasai y detalles tan suntuosos como bañeras de diseño, jacuzzi (tan de agradecer tras el trasiego de los safaris), espectaculares lámparas, alfombras persas, barrocos espejos y antigüedades. Además, en las suites se disfruta de servicios tan exclusivos como un mayordomo personal. Aparte de los safaris por el interior del cráter, una de las experiencias más exclusivas que ofrecen los responsables del Ngorongoro Crater Lodge a sus huéspedes es la posibilidad de comer (con mesa, mantel, vajilla y cubiertos) en la propia llanura junto a la laguna donde vive una nutrida colonia de hipopótamos; sin duda, una sorprendente experiencia pues estos animales suelen ser muy esquivos (www.ngorongoro-crater-lodge.com).