A mí me aterran los hospitales… ¿Eres de los míos? Y de serlo… ¿Ha sido esta tu terapia de choque?
Me cuesta ver todas las imágenes de operaciones y la serie es valiente en ese aspecto. Creo que tenía que serlo, porque si eliminas esas escenas… para qué hacer una historia de hospitales? No queríamos hacer algo facilón. Es verdad que a veces tengo que quitar la mirada pero en ese sentido creo que las ficciones cada vez aspiran a ser más realistas y coherentes con lo que están contando. Yo creo que a nadie le gustan los hospitales, pues a no ser que seas un sanitario, si vas ahí es porque algo malo ha pasado, a no ser q se trate de un parto, claro. Pero es un lugar al que todos, antes o después, vamos a ir. Desgraciadamente en esta sociedad escondemos todo lo que no queremos ver, como la muerte y las enfermedades, cuando si hay algo seguro en esta vida es que vamos a morir. El poco trabajo que tenemos al respecto, como occidentales, nos hace mirar para otro lado y por eso, cuando vamos a un hospital, nos echamos a temblar. No estamos familiarizados ni con el espacio, ni con lo que ahí ocurre. Los humanos, al llegar una enfermedad o acercarse la muerte, llegamos inmaduros y con pocos recursos, por lo que entramos en pánico y nos sentimos como niños pequeños absolutamente indefensos, porque no hemos desarrollado las herramientas necesarias, más allá de lo difícil de sobrellevar el dolor físico, para poder manejar el posible dolor emocional. Aunque no me agradan los hospitales, son necesarios y la ficción y la cultura tienen que representar situaciones que quizás voluntariamente no vivimos o no sabemos manejar. Si viene una serie así y te presenta la oportunidad de hablar y pensar sobre eso, es un regalo.
¿Puede el director del hospital priorizar la salud de sus pacientes sin descuidar la de los médicos?
Es un tema complicado y es mi dilema en la serie, pero no tiene una respuesta sencilla, y eso es lo interesante. Él debe intentarlo y tratar de cuidar ambos aspectos, pero como ocurre en cualquier empresa, donde el director ha de cuidar al equipo y a los clientes. Esta es la situación dramática que viven los hospitales y los centros de salud en la actualidad. Estamos en una situación límite a la que se le están poniendo parches y todos y todas terminan por ser afectados, tanto los profesionales del medio como los ciudadanos y ciudadanas. Esta sociedad tendría que hacerse de verdad un planteamiento sobre este tema. En mi opinión, la mejora de la situación no pasa por privatizar ni por monetizar la salud. En el hospital se establece además una conexión compleja, porque confías tu vida a alguien y te sientes en el momento más vulnerable y esa persona, a veces, no es empática o no te dedica el tiempo necesario. ¿Cómo van a trabajar a gusto si tienen que ver a decenas de personas al día, no tienen recursos ni tiempo y encima, como consecuencia, se topan algunas veces incluso con casos de violencia por parte de los pacientes? La sociedad está preocupada por su ombligo, por los Juegos Olímpicos, por La Copa del Rey o por un reality, pero lo más importante es mejorar los hospitales. Ahí sí entran la política y los valores ideológicos y sociales de cada uno. ¿A qué le quieres dar prioridad? Yo lo tengo claro: a la salud y a la educación.
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Pantalones KARL LAGERFELD
Estamos empeñados en definirnos por nuestro trabajo, y aunque pensemos que no, es un aspecto que atraviesa al resto de categorías, desde el ocio hasta la vida personal. ¿Crees que los hombres os definís más por el trabajo?
Uf, esta respuesta tiene muchas respuestas y entran en juego muchos factores. Partiendo de que creo que no se debe generalizar, hay tendencias sociales y culturales acerca de lo que se espera de los hombres y las mujeres y ya desde muy pequeños el patriarcado y el peso de siglos y dinámicas de género nos condicionan hacia unos aspectos u otros. Aunque en el último siglo se ha ido, poco a poco y no sin mucho sufrimiento por parte de determinados sectores, cambiando cosas y mejorando, nos queda mucho. Tanto en la igualdad real de hombres y mujeres en el ámbito profesional como doméstico, pero también en el de lo emocional y personal.
En mi caso intento que el trabajo sea una parte más de mi vida, pero no la prioritaria, hay para mí aspectos de mi vida mucho más importantes como mis vínculos emocionales, mi salud mental o mi propósito vital. Dicho esto, es cierto que tengo la suerte de tener este trabajo, maravilloso en muchos sentidos, pero que también tiene su precio: no tengo una nómina fija al mes, tengo mucha incertidumbre y mi trabajo se juzga constantemente. Pero por otra parte he elegido una profesión que me permite un desarrollo personal y expresivo y que además es un trabajo disfrutón y cambiante. Cuando estás inmerso en un proyecto intentas estar con todos tus sentidos y tu sensibilidad abierta y conectada con eso que tienes que explorar y contar, nutriéndote lo más posible de información e investigando en libros, viendo películas que te inspiran, hablando con otras personas expertas en ese tema concreto, incluso trabajándolo en tu terapia para ver resonancias con tu propia vida. Y te aseguro que es alucinante, casi mágico y cualquier actor te lo puede decir como se alinean los astros para que cada personaje que te llega abra un mundo interno de conocimiento e imágenes que te hacen crecer a ti como persona a la vez que vas creando el personaje … Es maravilloso pero por supuesto también intento encontrar el equilibro y negociar conmigo mismo sobre lo que me hace feliz y lo que no. No quiero tener 80 años y pensar que no he hecho nada aparte de currar en algo que no me satisfacía o renunciando a otros aspectos de mi vida en los que también quería explorar.
El otro día Joan Sala, director de programación de Atlántida Film Fest, dijo que con las plataformas, hay que luchar contra la abundancia y es difícil que las obras encuentren su espacio. ¿Lo crees así?
Es cierto y hay que estar despiertos como parte de la industria que genera el contenido pero también como espectador que consume ese contenido. Si somos víctimas inconscientes de algoritmos al final vamos atrofiando nuestros sentidos, sensibilidad y capacidades y cada vez nos gustarán menos obras que requieran de nosotros un ejercicio mental más complejo y sólo consumiremos productos fáciles y frívolos que nos permitan evadirnos sin ningún tipo de esfuerzo. Y eso pasa por supuesto por una responsabilidad personal de cada uno: me entrego al teléfono toda la tarde o cojo un libro, veo una película clásica en blanco y negro o una serie sueca o me trago un reality o un programa de cotilleo.
Dicho esto también soy positivo en cuando a la enorme oferta audiovisual actual y desde luego prefiero eso a la opción contraria, cuando sólo teníamos cuatro canales y las posibilidades eran mínimas.
Hace años hice una serie , “Hispania” que hacíamos un 30 % de share y 6 millones de espectadores; aunque para nosotros era maravilloso, ¿qué opción tenía el pobre espectador? Prefiero que haya mucha oferta, aunque no toda sea de calidad (ya sabemos que intervienen algoritmos y otras cosas que no luchan por la calidad, sino por el número de visionados) a que no haya prácticamente oferta y veas lo q te obligan a ver porque no puedes hacer otra cosa.
La responsabilidad como espectador es ver las mejores cosas posibles y no perder el tiempo viendo lo que no te funciona. Yo hago pantallazos y apunto recomendaciones en una carpeta para no perder cada noche una hora tragándome cosas sin ton ni son o buscando qué ver. Pero pasa igual con los medios de información, hay tantos que tienes que esforzarte por mirar desde diferentes ángulos, ver dónde está la información veraz y formar tu propia idea negándote a que simplemente te metan en un saco ideológico o en otro sin ningún espíritu crítico ni capacidad de juicio. Y en ese sentido el trabajo del actor es un regalo porque la curiosidad es fundamental tanto hacia el mundo exterior como hacia adentro, porque, como bien decía Aristóteles, “conocerse a uno mismo es el principio de toda sabiduría”