Comentabas que quieres centrarte cada vez más en la interpretación y aparcar la faceta como influencer. ¿Cómo compaginas estos dos registros? Cada vez hay más creadores de contenido y generarlo es algo que demanda mucho tiempo.
Me ocuparía mucho tiempo si me dedicara totalmente a ello. Lo he ido aparcando, soy más selectivo con las marcas y elijo aquello que me guste o pueda llevarme donde quiera. Aunque siendo realistas, también existe una parte económica que es muy importante; si solo fuera actor estaría mucho más limitado a la hora de elegir proyectos, y con este resorte económico puedo elegir mejor y tomarme más tiempo en evaluar posibles decisiones. No quiero desvincularme del sector, pero sí ser muy coherente con lo que hago.
¿Ahora es más complicado que antes? En 2013 no había tantos influencers, pero ahora el escaparte está sobresaturado, las estadísticas cambian casi al día.
Se ha profesionalizado más y hay muchos más datos y competencia. Las marcas se toman más en serio a los creadores de contenido y los estudios de mercado son más exhaustivos a la hora de tener en cuenta estos perfiles. Antes Instagram eran fotos, pero ahora hay videos, directos, reels…. Todo ha evolucionado y se ha multiplicado por cien, por lo que es más difícil destacar, aunque en su momento también fue difícil.



¿Qué crees que en su momento te hizo diferente para poder destacar? Estar en la lista Forbes no es sencillo.
Constancia, publicar muchísimo y también estar en el momento justo. Cuando empecé quizás publicaba tres veces al día. Vi que podía vivir de ello y le puse aún más ganas. Yo dejé la carrera porque no tenía dinero, y cuando ves una fuente de ingresos viable, te esfuerzas. En mi caso, fue determinante para ir a Madrid.