El actor se pone bajo la batuta del mismísimo Julio Médem en ‘8’ y dará vida a Adolfo Suárez en uno de esos papeles destinados al recuerdo.

Ha sido en el Festival de Málaga en el que el cineasta Julio Medem ha presentado en la selección oficial, fuera de concurso, su última película, ‘8’, en la que participa Álvaro Morte. El actor se encuentra en un momento de plena ebullición, demostrando que las casas, sean de papel o de hormigón, se mantienen en pie cuando es el talento el que las sostiene. Morte va a meterse en la piel de Adolfo Suárez en ‘Anatomía de un instante’, la próxima serie de Movistar Plus+, por lo que “El Profesor” sigue dándonos lecciones de interpretación más allá de ese bombazo de éxito que ha aprendido a gestionar y a apreciar.


Look EMIDIO TUCCI
Sahariana POLO RALPH LAUREN


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Fotos Manu Bermúdez
Grooming Noemí Nohales
Estilismo Enol Blasco
Entrevista Marita Alonso
Gracias a DYP Comunicación


Entrevista con Álvaro Morte, uno de los protagonistas de «8», la nueva película de Julio Médem

De joven (ojo a la expresión) AMABA el cine de Medem. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

Me pasa igual que a ti. Cuando era joven y veía ‘Tierra’, ‘La ardilla roja’ ‘Vacas’ o ‘Los amantes del círculo polar’, su cine me volaba la cabeza. Es poesía pura y para mí, el director era uno de los referentes y de las figuras soñadas para trabajar. Hace tiempo, recibo una llamada de un número desconocido. Yo no tengo por costumbre responder cuando no conozco el número, pero respondo y al otro lado escucho: “Hola, soy Julio Medem. He conseguido tu teléfono”. Me quedé ojiplático. Intenté disimular el entusiasmo. Me dijo que tenía una película entre manos y que había un personaje que escribió pensando en su padre que le encantaría que interpretara yo. Le dije que me pasara el guion y me contó que era una historia dividida en ocho grandes capítulos. La verdad es que en ese momento le habría dicho que sí sin leer el guion, porque era Medem. Y luego cuando lo leí, me pareció maravilloso y pensé que evocaba esa poesía de Medem de la que hablamos, pues es poética pura la forma en la que cuenta y mueve la cámara. Ha sido maravilloso, nos hemos entendido súper bien. Hicimos un visionado en una salita en Malasaña y al salir a tomar un vino, me emocioné, porque me decía que al ver la película, veía a su padre. Al menos mi objetivo, que era que le gustara, lo he conseguido.

¿Es cierto que es una historia de amor contada en ocho planos secuencia? Porque un plano secuencia es una Super Bowl, por lo que ocho… ¿Un infarto?

Son casi planos secuencia. Están algo rotos en su ejecución por diferentes motivos narrativos y no acaban de serlo, pero sí son grandes bloques de ocho grandes momentos de la vida de estas dos personas que nacen y mueren el mismo día. Es una proeza, porque aunque no son ocho planos secuencia, lo son casi al estar muy tirados desde planos secuencia con pequeñas roturas debido a la narrativa que él quería.

Es una historia de amor a lo largo de décadas, algo que la serie ‘Los años nuevos’ también hace. ¿Por qué nos interesa tanto ver cómo el amor va transformándose?

Lo que hace Julio no es solo contar una historia de amor, sino la historia de amor y desamor entre las dos Españas que hemos tenido, tan fraccionadas desde la Guerra Civil. La película invita a reflexionar sobre un pensamiento, muestra las dos posiciones sin posicionarse. Podemos avanzar si nos agarramos al amor, porque el odio no nos lleva a nada. Desde ahí lo que hace Julio, a través de esa historia de amor, es mostrar también esas dos Españas con las que hemos ido conviviendo y cómo son los encuentros y desencuentros que carecen muchas veces de sentido. No se mete en ningún jari político y muestra las dos opciones mostrando todos los personajes desde el cariño y el respeto absoluto. Mi personaje está inspirado en su padre y es un hombre que teniendo padres republicanos, cuando llega Franco, por vivir en esa sociedad del momento, asume o cree entender que lo que le sucede a España es lo mejor que le puede pasar. Hay un ejercicio que hace Julio que es hacernos ver que es complicado ver las cosas con perspectiva en ocasiones.

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Sobre ‘Anatomía de un instante’, leo “La nueva serie de Álvaro Morte en Movistar Plus+ va a dar mucho de qué hablar por sus hechos reales”. ¿Impone respeto interpretar a un personaje tan mítico?

A mí sí. Adolfo Suárez desapareció de cualquier evento social y micrófono. Eso implica que hoy por hoy, lo que recordamos, más que a él, es la leyenda del político. Creo que sobre todo los que tenemos cierta edad, recordamos una imagen quizás algo desvirtuada. Es complicado hacer al Adolfo Suarez que tiene la gente en su imaginario. Lo que voy a intentar hacer, más allá de respetar al Suárez del mitin y del discurso, es crear uno más humano, que no hemos visto tanto. Tenía una forma de hablar muy concreta, pero no quiero imitar eso. A Alberto Rodríguez y a mí nos interesa la energía del personaje para lograr acabar con el régimen, y por eso queremos recrear su energía, más que hacer una imitación, que es algo que nos parecía más burdo. Estoy cambiando mi fisicalidad, mis líneas actorales de expresividad y un poco la voz, pero tampoco algo exagerado, porque ya me están poniendo una nariz postiza y me han quitado la barba, por lo que llevo ya una máscara puesta. Si hago más con la caracterización externa ajena a la imagen, como la voz o con cómo se mueve, corremos un serio riesgo de que quede caricaturesco.

¿Has leído ‘Anatomía de un instante’, el exitoso libro del autor Javier Cercas, o has preferido ceñirte al guion sin esa guía?

Estoy intentando prepararme todo lo que puedo. Hay veces que corres el riesgo de que ese libro se pueda convertir en ruido, pero me lo he leído varias veces. Hay gente que te dice que el libro es su novela favorita cuando en realidad, es un ensayo, pero lo que queremos captar es cómo está contado. Estoy entusiasmado con lo que se respira.

Con Lily Collins hiciste la obra teatral ‘Barcelona’, en Londres. Dijiste: «Somos dos estrellas extranjeras del streaming y es normal que se nos pusiera en duda”. ¿Crees que el streaming es mirado con cierta desconfianza?

Puede pasar. Éramos dos personajes que provienen de dos grandes series de televisión. Lily no había hecho teatro, pero es hija de quién es y tiene un callo maravilloso por haber estado tan cerca de los escenarios. Yo sí vengo del teatro, tengo mi compañía teatral y estaba más hecho a enfrentarme al público, pero el londinense, es un público internacional, porque viene gente de todo el mundo a ver las obras. En Londres hay mucho mercado. Me daba vértigo. Las críticas fueron estupendas; incluso cuando la obra no había encantado, a nosotros nos salvaron siempre.

Hiciste un Zoom para ver la complicidad con Lily. ¿Cómo fue ese encuentro virtual?

Congeniamos desde el principio. Para mí era algo esencial, porque si tienes que estar en un trabajo tan demandante como lo es estar hora y media al día en el escenario, de lunes a sábado y teniendo los miércoles y los sábados función doble, me daba miedo de repente no caernos bien. Pero fue increíble la experiencia. Desde ese primer Zoom, nos reímos mucho.

Tienes repre en londres. En Hollywood, ¿también?

Dentro de que tengo repre ahí, no es mi prioridad. Nos han ofrecido hacer la obra ‘Barcelona’ en Broadway y aún me lo estoy pensando. A mí el neón brillante de Hollywood, por el mero hecho de venir del otro lado del charco, no me llama. Me fijo en el proyecto, en los compañeros, en quién me dirige en la historia… He tenido ofertas de Hollywood a las que he dicho que no. Y no pasa nada, no soy mejor ni peor, no es una proeza.

En tu Filmaffinity pone “Álvaro Morte, conocido por su capacidad para encarnar personajes con matices oscuros”. ¿Llamamos ya a la policía?

Soy un cachondo mental y una persona excelente, pero me piden eso (ríe). Lo que es cierto es que intento, aunque no siempre es posible, dar dobleces a los personajes. De la misma manera que te viene un personaje que a lo mejor puede ser más oscuro y prefieres darle grises, me gusta hacer lo mismo cuando es el héroe. Así el personaje empuja al público a hacerse preguntas, a plantearse cosas… Es cierto que si tienes un personaje que no es definitivamente de una manera, sino que genera la duda en el público, es más interesante. Esa línea de personajes oscuros quizás está vinculada a eso. Me parece interesante que el héroe tenga huecos y agujeros negros.

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En ‘Raqa’ llegas a hablar diferentes variantes de árabe, en ‘Barcelona’, hablas inglés muy bien… Como diría Paquita Salas: ¡Idiomas, querida!

Ya quisiera yo. Cuando me llamó el director me comentó que tenía que aprender algo de arabe, y fue uno de los motivos por los que decidí hacer el proyecto. Por un lado tenía que hacer de espía, algo que siempre me ha llamado la atención, y tenía que hacerlo desde la soledad del espía, no desde lo cool. Por otro lado tenía que hablar en árabe. Lo que hice fue ponerme a aprender de forma fonética. Es muy fino el matiz cuando hablas en árabe. Había que ser muy preciso y es un trabajo del que me siento muy orgulloso.

Con ‘La casa de papel’ viviste el bombazo de la fama. ¿Cómo fue y cómo se lleva?

Nadie te enseña a gestionar el efecto bombazo, porque sucede de la noche a la mañana y tienes que intentar gestionarlo como puedas. Si tienes una carrera más estándar, en la que avanzas poco a poco en tus éxitos, te dediques a lo que te dediques, esa onda expansiva de lo que vas haciendo va creciendo poco a poco. Sin embargo aquí, de la noche a la mañana, cualquier cosa que digas puede ser usada en tu contra y transformarse en una noticia que sea un titular al otro lado del charco, o se puede sacar de contexto, como me ha pasado mil veces. Yo intento no entrar al trapo. Nadie te enseña a gestionar esto. He tomado la opción de interactuar lo menos posible en redes sociales, porque aportan poco a mi alma y a mi espíritu. Son una herramienta de promoción y de trabajo y por ello, tengo que emplearlas, pero fuera de eso, intento mantenerme lo más discreto posible en general. Pasas por diferentes fases con el bombazo de fama. Al comienzo, te das cuenta de que cualquier persona de cualquier parte del mundo te puede conocer, viajes donde viajes. Hay un momento en el que te hartas y no quieres saber nada. Luego vuelves a reconciliarte, porque si estoy aquí es en parte por eso. Tengo las oportunidades que tengo, como la de estar con Medem, por eso, entre otras cosas. La gran mayoría de la gente que se me acerca lo hace con mucho respeto y cariño. Por eso, te pones en su piel, te reconcilias con la fama y vuelves a llevarlo mejor. Pero lo de que te conozca poca gente y de repente te conozca todo el mundo es algo muy raro. De repente hay cosas que no puedes hacer, como ir a según qué restaurantes o pasear tranquilamente.