Pues no se te nota (los dos están hechos unos pinceles).
Álvaro: Porque íbamos luego a hacer ejercicio a la playa con Jason (dice refiriéndose a su compañero de reparto Jason Fernández).
Pol: Hay trabajos que sí que te llevas más a casa. Pero con este en concreto, este era tan vacío, estaba tan alejado de mí, que no se me pegaba. Y desconectaba.
Álvaro: Hace tres o cuarto años, cuando empecé mi carrera, yo me llevaba mucho a casa. Si algo he aprendido y si algo he escuchado cuando he estado con actores mayores que yo, es que esto es tu trabajo. También es un poco de ego lo de llevarse su personaje a casa. Yo lo respeto y lo puedo llegar a entender. Me ha pasado a mí y me sigue pasando a veces. Pero creo que hay que bajar más a la tierra y pensar que es tu trabajo.
Pol: A veces hay que tomárselo más como que vas a la oficina, fichas y te vas.
Álvaro: No sé, pero te pagan por rodar y luego poder ir a hacerte un cocido con tu madre y no hay ningún problema.
¿Es complicado hacer entrevistas cuando la trama de la serie gira entorno a un tema tan sensible/tabú como una violación en grupo? ¿Tenéis miedo a meter la pata?
Álvaro: Un poco sí. Cuando hicimos el junket. Yo soy muy dado a hablar mucho. Según pasaban las entrevistas me daba cuenta de que me creaba un debate interno y pensé que igual me faltaba mucha educación, porque todo el rato me cuestionaba si lo que estaba diciendo era válido.
Pol: Cuando terminábamos las entrevistas, a veces los técnicos que estaban ahí entraban a opinar. O sea, que había debate. Y te das cuenta de que a ti mismo te falta conocimiento sobre el tema. Pero la serie está para esto. Para que el tema esté en la calle y se hable sobre ello.
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Pol ha comentado en una entrevista que parte de la construcción de los personajes consistió en conoceros mejor unos a otros. Que quedabais para haceros amigos. ¿Es como un «First dates” de amigos?
Pol: Había una parte del guion que era “sois amigos” y lo más fácil para construirlo es “vamos a conocernos”. Si creamos esa amistad ya no hace falta “ficcionarla”… ya está ahí… las bromas, las miradas, ya surgen. Es una cosa que generamos antes de rodar. Quedamos, tomamos unas cañas, íbamos a casa de uno, de otro, para conocernos.
Álvaro: Esto, dicho así, queda muy bien (risas). La verdad es que nos llevamos fenomenal. Es algo que a veces surge de forma natural y otras veces no surge y no pasa nada. Tuvimos la suerte de llevarnos muy bien.
¿Y seguís en contacto?
Álvaro: Sí. Tenemos hasta grupo de WhatsApp. Y un viaje pendiente juntos, cuando se pueda viajar.
¿Cómo se llama el grupo?
Álvaro: No me acuerdo. Bueno, lo puse yo, pero no me acuerdo. Ahora parece que escondemos algo (risas), pero no lo recuerdo. La mafia o algo así. Es que hemos cambiado muchas veces de nombre.
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¿Pero quién es el administrador?
(Pol mira en su móvil quién es el administrador).
Álvaro: Yo no tengo pinta de hacer grupos, a mí me meten.
Pol: Eres tú.
Álvaro: ¿Soy yo?
(Risas de ambos).
Álvaro: Si hago un grupo es que algo querría.
(Risas).
¿Qué hubieseis podido cambiar de vuestro personaje, previo a la violación, que creéis que hubiera llegado a variar los acontecimientos?
Pol: Yo creo que es muy fácil echarle la culpa a los demás. Sí que es verdad que en la vida de Rubén le faltó un poco de mano dura, y que sus padres le tenían que haber marcado unos límites. En la serie, lo que él hace es una provocación constante para que alguien le diga ‘suficiente’, pero claro, en la vida uno también tiene que saber dónde tiene que parar.
Álvaro: Yo creo que los Entrerríos es una familia muy machista, prepotente, muy de patriarcado, con una soberbia de inviolabilidad absoluta. Y estos chavales se han criado en esto. Y están llamados a ser los líderes de esta familia.
Off topic pero no tanto, porque la serie está inspirada en la serie turca Fatmagül. ¿Vosotros o alguien de vuestro entorno está enganchado a telenovelas turcas?
Pol: Sí, mis tíos.
Álvaro: Yo no conozco a nadie. Pero el prime time se ha convertido en productos turcos. Bueno, no conozco a nadie, pero también es que vivo solo.
Pobre.
Álvaro: (Repitiendo) Pobre (risas). ¿Alguien me puede dar un perro o un gatito? Es un llamamiento que hago aquí. He tenido todo tipo de mascotas.
¿Lo más sorprendente que hayas tenido?
Álvaro: Un tritón. Pero he tenido mil cosas… renacuajos que se convertían en ranas. Yo he visto la metamorfosis. Me la explicaban en biología y decía “si estoy con tres ranas en casa te lo voy a explicar yo a ti, si vengo del río de coger renacuajos”. Esto es real.
¿Proyectos de futuro que se puedan contar?
Álvaro: La última parte, que es la que podamos contar es justo la que… aaaah…
Algo se podrá contar.
Álvaro: Yo estoy haciendo una gira de teatro que se llama Dribbling con Nacho Fresneda hasta mayo, recorriendo muchas ciudades de España. Llevo casi dos meses de gira y tiene mucho que ver con Alba…
Pol: Te estás encasillando un poco (risas).
Álvaro: Fue un azar del destino. Interpreto a un futbolista en su mejor momento deportivo. La obra comienza con él lesionado, queriendo volver a su país y se empiezan a contar sus malas prácticas fuera del club, de fiestas, y todo estalla cuando le acusan de violación. Habla del “no es no”. Es un reflejo de la sociedad actual y de la destrucción del ser humano.
Pol: Lo que puedo contar es que estoy haciendo muchos castings y muchas pruebas. Ahora con el Covid hay una primera fase que es self tape (autograbación) para hacer un filtro y que no se les llene la oficina de 30 personas. Cuando ya eres parte final del proyecto, se intenta hacer un casting presencial, cuando ya les toca elegir el personaje.
Así que si te llaman es que vamos bien.
Pol: Si te llaman y es presencial es que vamos bien, y alguno he hecho.
¡Entonces dentro de poco sí podréis contar proyectos de futuro!
Álvaro: Que todo sea no poder contar que se nos sigue tendiendo la mano para currar.
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