Si pensabas que el vino y la moda no tenían nada en común, es porque no habías visto lo que se traen entre manos Andrés Acosta y ANAHI. Esta colaboración lo tiene todo: estilo, emoción, un toque espiritual y una historia detrás que pone los pelos de punta. Así nace una edición limitada de ANAHI que, además de estar buenísima, entra por los ojos con un diseño que es puro arte (y corazón).
La idea parte de Bodegas Javier San Pedro Ortega, que ha querido rendir homenaje a Ana Isabel, la madre del bodeguero. Ella, gran amante de los vinos semidulces, es la verdadera inspiración detrás de este proyecto tan especial. Pero no se quedaron ahí. Para darle forma (y fondo) a esta joyita, ficharon a Andrés Acosta, diseñador español conocido por su estilo onírico y espiritual y su obsesión por los detalles con alma.
Un vestido hecho para emocionar
Y claro, Acosta no iba a poner cualquier cosa en la etiqueta. El diseñador se empapó del espíritu de ANAHI y sacó una propuesta que va más allá de lo visual. Este diseño habla de protección, de abundancia y de esa energía materna que te arropa y te empuja a seguir. ¿Cómo lo consiguió? Fácil: convirtió las clásicas hojas de vid —símbolo de fertilidad y prosperidad— en alas angelicales. Una reinterpretación que no solo sorprende, sino que emociona.
Esas alas, además, recuerdan a una gran puerta abierta. Una metáfora clara: este vino es una invitación a pasar, a abrirse al disfrute, al presente, al goce. Todo con un toque muy de Art Nouveau, especialmente influenciado por el maestro del modernismo, Alphonse Mucha. De ahí vienen esas formas orgánicas, suaves, casi etéreas que envuelven la botella. Como si ANAHI no solo se bebiera, sino que también se viviera.
Una etiqueta con mensaje (literal)
Pero esto no acaba ahí. El diseño también incorpora unos pequeños «ojos» de cerradura, que no son un capricho estético, sino un guiño directo al logo de las Bodegas Javier San Pedro Ortega, que lleva dos llaves cruzadas. Esas llaves aquí se transforman en un símbolo de apertura, de camino, de lucha. Porque, como dice la frase que aparece en la etiqueta —y que no puede ser más potente—:
«Porque quien no lucha por lo que quiere, no merece lo que obtiene. Quien no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra. En ocasiones el norte no está donde marca la brújula. Piensa menos. Siente más.»
Un mensaje que remueve por dentro y que convierte esta botella en algo más que un buen vino: en una declaración de intenciones.
El color lo dice todo
Otro puntazo del diseño es el uso del violeta, que no solo es precioso, sino que está cargado de simbolismo. Este color conecta directamente con la piedra amatista, favorita tanto de Ana Isabel como del propio Andrés Acosta. Pero además, el violeta representa la espiritualidad, el lujo y la conexión con lo divino. Es, de hecho, el color insignia de la firma Andrés Acosta, y aquí aparece como un hilo conductor que une todos los elementos del diseño.
Y como guinda del pastel: el oro. No podía faltar ese toque dorado que le da a todo un aire de exclusividad, de pieza única, casi como un talismán. Porque sí, esta botella no solo se disfruta con el paladar. También es para mirarla, admirarla y, por qué no, guardarla como un recuerdo de algo que va más allá del vino.
ANAHI: más que un vino semidulce
Para quienes aún no lo conocen, ANAHI es ese vino que te conquista desde el primer sorbo. Aromático, equilibrado, con ese punto justo entre acidez, dulzor y frescura que lo convierte en el favorito de muchos. Es ligero, sí, pero con personalidad. Y esta edición especial con el diseño de Andrés Acosta lo eleva aún más, convirtiéndolo en una auténtica joya de colección.
No es solo que el vino esté bueno —que lo está—, es que esta botella cuenta una historia. Y no una cualquiera, sino una que habla de amor, de raíces, de fe en el futuro. Es un brindis por las madres, por la belleza, por las segundas oportunidades y por el arte de vivir con intensidad.
Una edición limitada con alma (y mucho estilo)
Así que si eres fan del diseño, del buen vino, o simplemente te gusta rodearte de cosas con historia, esta edición especial de ANAHI es para ti. Es el tipo de botella que no se abre porque sí. Es para una cena especial, para regalarle a alguien que quieres de verdad, o para tenerla en casa y recordar que, a veces, lo mejor de la vida está en los detalles.
La unión entre Andrés Acosta y ANAHI no es una colaboración más. Es el comienzo de una nueva era para las Bodegas Javier San Pedro Ortega, una era en la que el diseño y la emoción se funden en cada etiqueta, en cada sorbo, en cada historia.