Si echáis un ojo a Google y buscáis “animal print para hombre” es muy difícil no caer en casi un centenar de ocasiones en un lugar común. Perdón, en dos, que van encadenados. El primero va directamente dirigido a convencerte de que, aunque lo tengas asociado a las blusas de tu madre, estás muy equivocado (pues sí) porque es muy varonil. Muy de hombres…
Pero no de hombres a los que les gustan otros hombres, que ahí se ve como más fácil que te pueda gustar el animal print ejem… si no de machos machorros alfa. Machos guerreros cafres… Primitivos. Literal. Completamente. Casi primates, neandertales y cromañones. Y no, no es coña. La teoría sería algo así como que los cavernícolas de alguna manera se tendrían que vestir, ¿no? O sea, que se abrigarían y taparían sus vergüenzas con pieles. De los animales que cazaban, obvio y, por supuesto, entre ellos, habría tigres y leones como en la canción de Torrebruno… Que, en esa diatriba, se extrae que por Ciudad Real, Segovia, Tarragona y Jaén habría una selva que no te menees… Con lo que, si nuestros tatatatatarabuelos iban con sus taparrabos de animal print, ¿cómo tú no vas a ponerte un turbo de Cavalli en guepardo?
Fotos de portada: ROBERTO CAVALLI
El segundo de los mantras es que, una vez aceptado que tu hombría sigue intacta aunque lleves una cazadora de pitón de YSL (sic), bien es cierto que, eso no significa que tengas que ir vestido como un árbol de navidad de la selva. Es decir, que esa prenda de animal print la tienes que combinar de una manera sobria, discreta y sobre todo, mesurada. Nada de mezclar con otros estampados. Nada de combinar con colores que no sean el beige, el negro o el verde hoja. Nada de aderezar con complementos. Nada de mezclar con texturas pesadas o texturas vaporosas. Nada de metálicos. En resumen, nada de nada. Y conclusión: que si quieres llevar animal print, que no se note que la llevas. Por muy pequeña que sea eh? cinturón, zapato, riñoñera… Ni que decir tiene, una chaqueta ¡o un traje! Ahí la máxima sería la del traje invisible del Emperador: si tú no lo dices, nadie lo va a ver. No lo llevas. No se ve. Pues bien, aquí estamos para decirte que WTF!!! El animal print es un estampado rey y ese estampado está hecho para que lo gooooces!
BLUSA DOLCE & GABBANA
CAMISA ROBERTO CAVALLI
Se apela a la elegancia… Como si la elegancia fuera tan fácil de alcanzar endosándote una blazer, ¿no?… “Disculpe, una talla 46, por favor”. “Ahí la tiene caballero” Y ¡Zas! Ya eres elegante por muy gañán que uno sea. Quizás lo correcto sería que nos hablaran del “bien vestir”. O mejor dicho, de lo que está convenido como “bien vestir”. Véase en estricto senso el convencionalismo de lo que es o no es elegante. “Un zapato mocasín es elegante y puedo ir con él a trabajar a la oficina. Pero una sneaker no es elegante porque es “una zapatilla””. Aha. ¿Cuántas veces -a los que sois más mayores- no os han dejado pasar a la discoteca por llevar “playeras” cuando el segurata de la puerta llevaba un zapato de plástico con suela de goma y pintado de azul Kanfort? Evidentemente, ya sabéis que no es así. El zapato no es una opción correcta per se como tampoco el animal print es hortera per se. Todo radica en algo mucho más complejo y es el producto de una ecuación en la que encontramos tejido, hechura, corte, textura, estampado… y por supuesto, quién y cómo lo lleva puesto. Y no, no vamos a meternos en la moda y la tendencia porque sería como hablar del sexo de los ángeles.
Pero una cosa es cierta: el animal print ya está colgado en las burras de caballero de Zara o H&M… ¿Eso qué quiere decir? Que ya no estamos hablando de una excentricidad de un diseñador que se ha vuelto loco con la estética punk de los 80 o con el lado funky de los 70 y ha hecho un viaje lisérgico –o físico- por alguna de las tiendas de segunda mano de Austin, Texas. Cuando los grandes de la moda comercial se rinden a un estampado para el consumo de masas podemos asumir que van a amortizarlo porque los grandes del diseño ya no le tienen miedo. La teoría del azul cerúleo de El diablo se viste de Prada, n’est-ce pas?
BAÑADOR ZARA MAN
Porque el estampado animal, como los animales a los que pertenecen (tigre, serpiente, leopardo, cebra…) daba miedo. Daba miedo a que, una vez puesto sobre un caballero, diera… diera a… chapero. Ya lo hemos dicho, que tela la de circunloquios que estábamos dando. A Chapero y a maricón. O ambas cosas a la vez cuando se puede ser chapero y maricón con una cazadora vaquera, no hay que irse mucho más lejos. Incluso, con una botita de montaña y un polard. Y ser chapero y maricón está perfecto y es libre. Sin embargo, en el imaginario colectivo, esa imagen carpetovetónica del turbo de leopardo asociado a un actor de cine X con bigotazo, pecho ensortijado y piel tentando a un bonito melanoma es algo tan común como pensar en una merienda espectacular y que te venga a la mente unas tortitas con nata de abuela en el Vips. Pues, lo dicho, esa imagen tan casposa y rancia, chico, quítatela. También la del chulo de Mujeres y Hombres y Viceversa… O la del, rappero con 200kilos y otros 100 en cadenas de oro. Es paradójico que un estampado que Dior rescató en los 50 con la New Fashion para vestir a las clases altas de Europa y Estados Unidos hoy se atribuya a tópicos socioculturales tan manidos y tan cortos…
Porque el leopardo, el tigre, la cebra… en colores y tejidos de fantasía (con telas brocadas, brillos, rasos, terciopelos rasurados, lenjuegas o cristal) dieron un vuelco a la ropa más elegante y chic con la que acudir a fiestas, recepciones, operas…etc… De hecho, tal fue el furor que tuvieron esos estampados que, al llegar a la masa, se pervirtieron y hasta el maestro John Waters vistió a sus musas con él (dándole, obviamente, un nuevo esplendor trahs, pero esplendor al fin de al cabo)… Para que nos entendamos, algo así como les ocurrieron a las mangas de jamón del vestido de novia de Lady Di y se reprodujeron en trajes de novia de nylon a 99,9 dólares… El regreso del animal print viene también en ese sentido festivo y glamouroso… Y, sí, también en el más casual, desde camisas de corte vaquero a zapatos de tafilete pasando por cazadoras o correas de reloj, pero, no, no sintáis pánico. Vivimos en un tiempo en el que todo es posible y todas las tendencias conviven.
La música ha sido un espacio en el que el animal print ha vivido casi camuflado (apunte: el camuflaje militar versionado en animal print también es tendencia). El rock, el punk, el reggae y después el reggaetón y todos sus hermanos urbanos era un espacio proclive a la fiereza y el descaro que, eso sí que por naturaleza, lleva implícito este tipo de estampado. Quizás la portada de Bruno Mars en Rolling Stones fue un punto de inflexión ascendiendo de categoría. Ya no era algo residual sino que tenía “rollo”. Quizás por eso, al igual que otras tendencias digamos que más atrevidas y audaces, tienen en los festivales de música unos buenos aliados para poder dar rienda suelta a tu creatividad con el animal print. Porque como hablábamos en un principio, con él, todo es posible. Lo es el brocado con gafa de pasta y pajarita como hace Tom Ford o lo es con estampados sicilianos o tropicales como hizo Dolce&Gabbana para el Spring Summer del 2021 o combiando con otros animales como hace Cavalli o con grecas romanas y hojas de acanto o medusas doradas como desde el principio de los tiempos nos descubrió Versace.
Porque el animal print puede dar a tus looks veraniegos más sofisticados un punto Hollywood regency muy del gusto de Ryan Murphy, pero tampoco está reñido con tu lado más hiphopero. Prueba a mezclarlo con neones por ejemplo. Rosas, verdes lima, amarillo… Para el día en la ciudad puede llegar a ser un básico y para la playa, un éxito. Con metalizados (el metal es tan básico como un negro o un blanco), la noche es tuya. Incluso, te invitamos a jugar con estampados florales y dándole un vuelco bohemio, mira combinaciones de partchwork como hace Louis Pierre Mascia. La clave está en no tenerle miedo. Y convertirte en un domador de tres pistas, la fiera eres tú.