Madrid tiene un nuevo secreto a voces y está en lo alto del edificio WOW Concept. Se llama GRAN VÍA 18 y ha llegado para convertirse en el sitio donde quieres estar. ¿La fórmula? Brasas, tapas castizas con un toque creativo, un rooftop de película, diseño a raudales y coctelería de autor que no te deja indiferente. ¿Suena bien? Pues espera a conocerlo más de cerca.
Un viaje por el tapeo castizo… con mucha chispa
Este nuevo hotspot madrileño se mueve entre la tradición y la vanguardia, pero siempre con el producto como protagonista. El chef Jairo Jiménez, al frente de los fogones, tiene clara su misión: elevar el tapeo típico madrileño con ingredientes de primera y una técnica que lo pone todo en su sitio.
Aquí no faltan clásicos reinventados como la ensaladilla rusa de verduras a la brasa con pulpo, las croquetas de jamón ibérico con velo de panceta Joselito (cremosas y adictivas), la morcilla especial de Burgos o la chistorra de Arbizu con yema de corral y piparras semidulces. Ah, y atención a los puerros de Tudela al estilo calçots, que son puro sabor.
Las brasas, las reinas de la casa
Pero si hay algo que manda en GRAN VÍA 18, son las brasas. El carbón de encina marca la diferencia y se nota desde el primer bocado. En carnes, apuestan por cortes nobles y potentes: desde una entraña sabrosísima, un t-bone trinchado, hasta una chuleta de vaca vieja Simmental madurada 80 días o un lomo bajo de rubia gallega criado en Finisterra durante 10 años. ¿Eres más de steak tartar? Tienen uno de vaca vieja que es de otra liga.
¿Prefieres pescado? No te preocupes. Su rodaballo a la brasa con salsa meunière a la noisette o el chipirón de anzuelo son opciones top para los del team mar.
Dulces que enamoran (literalmente)
Lo dulce no es un extra aquí, es parte de la experiencia. Por eso ficharon a Carlos López como jefe de pastelería, un crack que ha pasado por templos como Coque, Dstage o Corral de la Morería. Su coulant de chocolate 72% con helado caramel crunch y nueces pecanas a la cantonesa es simplemente inolvidable. Pero también brillan el risotto de arroz con leche, la tarta de queso Payoyo o el lemon pie con merengue italiano quemado y helado de cáscara de limón. Postres con alma, pensados para cerrar la experiencia por todo lo alto.
Un diseño que te hace quedarte (y sacar fotos)
El restaurante ocupa las dos últimas plantas del edificio WOW, en pleno corazón de la Gran Vía madrileña. Más de 1.000 metros cuadrados de puro diseño retrofuturista con toques minimalistas, firmados por el estudio External Reference. El resultado es como estar en el apartamento de un coleccionista muy cool: sofás curvos, librerías llenas de vinilos, un antiguo estudio de grabación y una atmósfera tan instagrameable como acogedora.
Capacidad para 220 personas, vistas brutales a la arteria más famosa de Madrid y una decoración pensada para que cada rincón sea una experiencia. ¿El truco? Mezclar modernidad y nostalgia sin miedo.
El rooftop más trendy de Gran Vía
Y si el restaurante ya impresiona, su rooftop es directamente otra liga. Con doble terraza y vistas espectaculares a la Gran Vía y la calle Clavel, es uno de esos lugares donde se alargan las sobremesas sin que nadie mire el reloj. Un rincón perfecto para quedar con amigos, celebrar algo especial o simplemente dejarse llevar.
La carta en la azotea es más informal pero igual de sabrosa: brioches de steak tartar y de anchoa 0’0, bikini a la brasa, taco de morro de cerdo ibérico crujiente, pepito de ternera, cachopín, buñuelos de queso Idiazábal, y las patatas y batatas con salsa brava que te hacen repetir. Todo pensado para compartir, disfrutar… y volver.
Coctelería de autor: el broche perfecto
Al mando de la coctelería está Daniel Regajo, ex StreetXO y The Gibson (Londres). Su propuesta es pura fantasía líquida: desde el WOW Spritz con St Germain, limón, menta y champagne, hasta el Sky Garden, con Leblon, Martini Ambrato, kiwi, manzana, jalapeño y cilantro. Cócteles con personalidad, pensados para disfrutar sin prisas en un entorno que inspira.