Hay concursantes del talent que luego se han embarcado en aventuras gastronómicas. Aunque de eso algo ya sabías porque has tenido un restaurante.
Sí. Tuve un restaurante con un par de amigos. Lo tuvimos ocho años y tuvimos que cerrar durante la ola de diciembre del año pasado. Nos pilló que era la temporada buena para un restaurante de barrio, como era el nuestro, para las cenas de empresa, de navidad y de familia, y todas se fueron al garete. Nosotros lidiamos con todas las olas anteriores, pero diciembre no pudimos aguantarlo. Entonces tuvimos la suerte de que nos llegó una oferta para un traspaso y se quedaban con los chicos que estaban currando. Así que dijimos: “Lo hemos pasado muy bien estos ocho años, hemos pagado todos los sueldos y ha ido bien. Vámonos a casa que ya nos toca, que este virus nos ha arrasado”. Han sido dos años y pico de intentar sacarlo adelante y acabé agotado. Y hace poco me llamó un amigo a ver si me apetecía volver, y le he dicho que de momento no. Lo echo de menos, pero ahora mismo no lo veo.
También es que te pilla en un pico de trabajo como actor. Porque nos han chivado que además de ‘Sagrada familia’ tienes otro proyecto en ciernes…
Pues no se ha comentado nada todavía, así que solo diré que tiene muy buena pinta.

Ya han pasado más de 20 años desde los inicios de tu carrera, de aquel inolvidable Mateo en ‘Al salir de clase’. ¿Cómo lo recuerdas?
Con un cariño enorme y, de hecho, todavía tengo amigos que son familia. Además, he vivido con dos de los actores de la serie muchos años, Nacho López y Sergio Peris Mencheta. Por esa casa pasó todo el reparto de ‘Al salir de clase’. Era un poco centro neurálgico. Y yo siempre digo que estudié arte dramático, que empecé en Estados Unidos y luego hice tres años aquí en España, pero yo me hice actor realmente en ‘Al Salir de clase’. Es lo que te da el rigor y la profesionalidad, el oficio de todos los días. Defender cinco, seis o siete secuencias y hacerlo dignamente, porque a veces no hay tiempo. Hacer un shakespeare no digo que sea fácil, pero en el texto está todo o en un buen guion de una peli tienes más instrumentos. En una serie diaria como ‘Al salir de clase’ es muy complicado que salga algo creíble con tan poco tiempo. Y al final, hice 400 capítulos y salí de ahí con callo y con amigos que perduran. Además, con un agradecimiento eterno, porque me puso en el mapa televisivo y hay gente que veintitantos años después me llama Mateo. ¡Qué barbaridad que todavía la gente lo recuerde con tanto cariño!


Es que marcó a toda una generación. No sé si has vuelto a ver algún capítulo.
Pues ahora está en Amazon, y me puse a verla, un poco por encima y por curiosidad. Y me dije: “No sé si tienen que pasar otros 20 años, pero no estoy preparado para ver esto” (risas). Porque, además, cometí el error de empezar a verlos por el principio. Y ¿cómo no se debe actuar en televisión? pues todo, todo, lo hacía yo (risas). Yo venía de una formación eminentemente teatral y claro, en un plano corto, todo grande, cada gesto que haces… Yo pensaba que me echaban a la segunda semana.
Y te quedaste 400 capítulos. Además, después han venido prácticamente en todas las series que han ido marcando hitos en la televisión española reciente.
Justo después de ‘Al salir de clase’ llegó ‘El comisario’, y aquello eran palabras mayores. Y mira, entré para tres meses y acabaron siendo siete años.
Allí conociste también a grandes compañeros que continúan a tu lado hasta hoy. Has dicho que como director de casting de amigos eres muy bueno. ¿Cómo es Fernando Andina como amigo?
Pues a ver tengo la ventaja de que, al no tener familia, puedo dedicar más tiempo a los colegas, aunque es verdad que luego hay hacerlo. Pero es que a mí me nace, y es que yo sin mis amigos no soy nada. Y creo que eso la gente lo agradece, del mismo modo que yo agradezco que estén siempre, no solo en los buenos momentos, también en los malos. Supongo que tengo ese talento, el de rodearme de gente fantástica.