La figura 360 es ahora un debate continuo, ¿qué piensas de esto? ¿Es mejor encasillarse como actor o saber un poco de todo?
Un tema del que se habla mucho últimamente es de lo formados que están los actores en Argentina; cantan, bailan, actúan…En España esto no ha llegado tanto. Si eres actor, eres actor, y si haces musicales parece que te has vendido a algo que no es la dramaturgia como tal… Para mí es igual de válido. Cuanto más conocimiento tengas, mejor, y cuanto más 360 seas, mejor también.
Actor y productor son dos de esos registros bastante diferentes entre sí. ¿Te decantarías por alguna de estas vertientes? ¿o estás más cómodo en esta especie de funambulismo?
Disfruto mucho ese contraste tan bestia. En la productora comencé haciendo la parte creativa, pero ahora cada vez delego más en ese ámbito y me voy quedando más en lo ejecutivo, que es más frío y de números. Eso contrasta totalmente con hacer una película, porque un rodaje son todo emociones.
Me decanto por las dos opciones, y por tres, cuatro, y las que surjan. Siempre pienso que voy a vivir frustrado porque no voy a tener tiempo de hacer todo lo que querría hacer, en la vida me gustaría probar absolutamente todas las profesiones, pero es imposible.
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Con diez años estabas en un anuncio de Cheettos, ¿tenías ya definida tu vocación como actor desde pequeño?
No lo tenía claro. De pequeño me apuntaron a atletismo, y al dar la primera vuelta a la pista me dijeron que diera una segunda. Entonces le dije al entrenador que no, que si pagaba mi madre, yo decidía lo que hacía (risas). Me dijeron entonces que me apuntara a teatro, yo pensaba que era de frikis, pero lo hice. Hicimos una obra típica de Navidad y cuando subí al escenario pensé que esa sensación la quería tener toda la vida.
Después vino Big Band Clan de la mano de TVE. Aún eras pequeño, pero fue tu debut en pantalla previo a Netflix y el cine. ¿Recuerdas algún consejo que te marcase en esta época?
Es un poco malsonante, pero el primer día de rodar esta serie una actriz me dijo “tienes que tener claro que los actores somos como las putas, no podemos decidir”. Se me quedó marcadísimo. Al tiempo entendí que se refería a que los actores tenemos que ser moldeables, plastilina mientras trabajamos. Yo no soy el tipo de actor que lleva sus propias propuestas, me parece ponerme un papel que no me toca, y trabajo más para el resultado que para el proceso. También es cierto que por mi vena de productor me pongo nervioso y empatizo mucho.