De hecho, cuando una mujer manda y dirige, se dice de ella que es una mandona, un término que tiene aparejados muchos tintes peyorativos.

Pues seguramente yo misma soy mandona pero, ¿sabes qué significa eso? Que tengo voz de liderazgo y que no me quedo esperando a que me den órdenes, sino que tomo la iniciativa. No soy una persona parada: se me da bien organizar y mandar… ¡Pero que conste que lo hago con cariño!

Luis Tosar y tú establecéis una relación en la película que no es física, sino que se mantiene eminentemente a través del pinganillo. ¿Cómo ves esas relaciones que se establecen online y que tardan tanto en materializarse de forma física?

Creo que la pandemia nos puso en bandeja cosas maravillosas. Tuvimos reuniones y videollamadas y vivimos muchas cosas guays, pero también hay muchas otras en las que ganamos en directo. Es más: yo gano en directo, desde luego. Creo que es mucho mejor tener reuniones cara a cara, porque es más personal. Me hacía mucha ilusión trabajar con Luis, pero como comentas, ha sido un trabajo que ha sido puesto en marcha en gran parte por pinganillo. Sin embargo, compartimos tiempo fuera de la pantalla, pero sin duda, me he quedado con ganas de compartir más tiempo en pantalla con él.


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El otro día, en La Ser, dijiste que no hay tantos papeles para mujeres en la cuarentena. Sin embargo, los medios señalan constantemente que el cine y las mujeres viven un momento dorado…

Es que en realidad no hay muchos, ¿has visto la cartelera? No hay tantos papeles para mujeres que pasan los 40. Para ellos, en cambio, sí. Tiene que ver a su vez con esta especie de obligación de tener que tener 40 años, estar guapísima y hacerlo todo. Hay que ser madre, trabajadora y empresaria. Pues qué quieres que te diga: ¡¡a todo no se llega!! En cambio, parece como que ellos, a partir de los 40 e incluso de los 50 años, siguen siendo atractivos, algo que no nos pasa a nosotras de cara a la industria. Por si fuera poco, no es extraño ver en el cine a parejas formadas por hombres mucho mayores que sus esposas, algo poco habitual en el caso contrario, ¿verdad? Yo ahora me siento mejor que nunca. Parece que la clave general, en la vida, es que hay que tener 40 años, pero no aparentarlos…

¿Han logrado los coordinadores de intimidad que los rodajes sean más cómodos?

Me parece una figura importantísima, pero por suerte no he tenido muchas escenas de este tipo. Es cierto que en ‘El desorden que dejas’ aún no estaba esta figura, pese a ser una serie de Netflix, que ahora siempre cuenta con ella. Sin embargo, ensayamos mucho con el director y hablamos largo y tendido acerca de cómo grabar las escenas íntimas. Yo nunca he tenido un encuentro incómodo pero desafortunadamente, muchas compañeras no pueden decir lo mismo, por lo que estamos hablando de una figura que creo que es ahora fundamental.

Más entrevista y más fotos con Inma Cuesta en la página 3 ¡Sigue leyendo!