En una ocasión dijiste que te gustaría dirigir… ¿Cómo va este sueño?
Me tomo mi tiempo. No tengo prisa ni presión de nada. No lo hago para nadie, sino que cuando lo haga, lo haré porque quiero que forme parte de mi vida pasar por ahí y tomar decisiones desde otro lugar. Forma parte de una curiosidad y del interés por contar algo desde un lugar personal. Como me gusta mucho mi trabajo, y trabajo mucho, no tengo demasiado tiempo para esa parte. Las cosas vienen cuando tienen que venir.
Te quitaste el acento gallego leyendo el periódico en voz alta, ¿qué te parece que por fin ahora haya diversidad de acentos? Porque antes parecía que todos teníais que ser madrileños…
Es algo estupendo. El cine, aunque sea tarde, acaba reflejando lo que ocurre en la sociedad, y la nuestra es multicultural. Siempre fue así, pero es verdad que antes, la manera de contar las historias era más centralizada. Afortunadamente, eso ha cambiado, y me parece una buenísima noticia. Vine a estudiar a Madrid cuando todo se rodaba ahí, y sabía que si quería acceder a personajes, lo del acento era algo que tenía que hacer.
¿Da más miedo lo paranormal o la prensa del corazón?
Lo paranormal es lo que uno quiera creer. Se puede mover la cortina y puedes pensar que es un fantasma, pero lo más realista sería decir que has dejado la ventana abierta. Lo paranormal no existe, pero la prensa del corazón, sí, y como tal, eso da más miedo.
¿Hay algún papel que te habría gustado interpretar?
Millones. Siempre decía que quería hacer de superhéroe, pero me dieron el papel en ‘Orígenes secretos’, por lo que ahora estoy algo huérfano de eso.
La prensa se volvió loca por el hecho de que en ‘Fariña’ hubiera el primer desnudo integral masculino de la televisión española. ¿Qué nos pasa a estas alturas con los desnudos?
Debe de ser que la gente no se desnuda en casa ni tiene espejos. Existe además cierta moral, y se escandalizan por cosas que no son más que mera anatomía humana. Cuando el desnudo está justificado, no es más que un cuerpo.
Me ha sorprendido la cantidad de artículos que hay con títulos del tipo “Javier Rey presume de abs”, “El actor tiene un cuerpazo”… ¿Alguna vez te has sentido cosificado?
Probablemente. No le doy mucha historia, porque al final, para bien o para mal, tener una exposición pública hace que haya quien diga cosas de ti increíbles sin conocerte como persona, basándose en lo que ve, y quienes sin más, te ponen a parir… La cosificación no sé bien dónde empieza y dónde acaba.
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Siempre buscas personajes que te aporten. Supongo que es como pedir elegir entre mamá y papá pero, ¿de cuál estás más orgulloso?
En general, estoy bastante orgulloso de todos, porque he transitado por ellos y sé que trabajo le he metido a cada personaje. Otra cosa es que hayan funcionando o no, que me hayan premiado, que no se haya visto la película… Pero suelo ser bastante positivo y de todos, saco cosas. En la filmografía de uno, terminas por darte cuenta de que la gente suele mudar a dos, tres o cuatro personajes, que se acaban comiendo a los demás. El de ‘Fariña’ por ejemplo me marcó, como en de ‘Sin fin’, el de ‘Velvet’… El cariño y el amor que tengo a los personajes parte de puntos diferentes, no sólo del crecimiento actoral. De todos, incluso de los más indies, he sacado cosas que han hecho que hoy sea el actor que soy. Tengo de hecho cosas por estrenar con personajes que me han aportado mucho y que me convierten en mejor actor.
¿Qué es lo más complicado que has tenido que hacer para un papel?
He estado tocando el piano para una cosa que no ha salido aún, y yo no tengo ni idea de solfeo. Ese tipo de cosas se basan en meterle muchas horas. Creo que si trabajas mucho, acabas lográndolo. Al final, la construcción de los personajes, en general, depende de qué te exigen. Pero hay momentos en los que levantarlos, comprenderlos y sufrirlos se hace complicado.
Ahora que tan de moda está lo de proyectar, te quiero preguntar si crees en manifestar cosas.
¡No! La ilusión y los sueños son geniales, pero hay que meterle músculo, equivocarse, elegir el camino erróneo y cagarla mucho para hacerlo medianamente bien. El pensamiento vacío por el pensamiento no te lleva a ningún lado. Las estrellas no te guían: te guías tú, y tú eres dueño de tus cagadas y de tus virtudes. Nadie ha venido a demostrar científicamente que si proyectas, las cosas pasan. Hay algo de vacío en esta psicología de red social, de titulares. Soy más de la psicología de las abuelas: hay que salir a currar. Cuando te topas con esos mensajes de “si tengo un sueño y me aferro a él”, con música de fondo, pienso que es absurdo: lo que hay que hacer es salir fuera y trabajar. Incluso trabajando mucho, nadie te garantiza que vayas a lograrlo, pero al menos te has esforzado, ¿no?
Tenía miedo de que respondieras con monosílabos, pero no ha sido así. ¿Qué ha pasado?
Las entrevistas son un medio para hablar de los proyectos que presentas, y en muchas ocasiones, y aquí no ha pasado, el periodista rasca de un lugar íntimo. Llevo 20 años diciendo que esa parte no me interesa. Depende de la profesionalidad del de enfrente y del entendimiento que tiene.