¿Y cuál es el reto de interpretar a Ares?
Ares es especial. No estoy de acuerdo con él en muchas cosas que hace, pero le quiero y le apoyo siempre. Hace cosas que son muy suyas, muy Ares, porque su personalidad es muy marcada, así como con cierto halo de oscuridad.
No estás de acuerdo en muchas cosas que Ares hace…¿Qué haces si te cae mal tu personaje? ¿Crees que los actores siempre ponéis una parte de vosotros mismos en cada papel?
Una parte fundamental de ser actor es la de tener claro que no puedes juzgar a tu personaje; tienes que tratar de entender qué le hace ser así y justificarlo. Si actúa diferente a cómo lo harías tú o es oscuro, ayuda pensar que viene de haber vivido algo traumático que le hace portarse como se porta.
Yo creo que siempre hay algo de nosotros en cada papel, lo contrario sería imposible. Unas veces puede ser más y otras menos, pero siempre hay algo que prestas a tu personaje porque, al final, no dejas de ser tú quien hay detrás.
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Dicen que siempre resulta más entretenido hacer un papel de alguien con este tipo de complejidad o halo oscuro…
Claro, aunque también es importante matizar que todo el mundo es complejo o tiene sus taritas, porque es imposible tener una vida plana, y lo mismo sucede con los personajes. Evidentemente, si hablamos de papeles muy complejos, como psicópatas o asesinos en serie, normalmente se requiere la ayuda de coaching actoral. Yo soy muy mío, me gusta crear mi propio proceso, cuando voy caminando por la calle trato de convertirme en mi personaje, con su forma de andar, de mirar…
¿Tus referentes están entonces en la calle? ¿O te inspiras de grandes actores? En alguna ocasión también has dicho que admiras a Joaquin Phoenix
En la calle hay gente espectacular, desde luego. Pero a mí lo que realmente me gusta hacer es transformarme. Una vez, en Barcelona, salí a pasear metiéndome en el personaje de un chico muy tímido e introvertido. Me puse unas gafas y salí a caminar encogido. Entonces me paró un grupo de chicas para hacerse una foto conmigo, y claro, ellas esperaban que fuera Ares, con esa actitud suya, como de duro. El choque fue brutal, recuerdo que después de hacerme la foto y mientras me alejaba escuché que decían algo así como “buah, qué frikazo”. (risas).
La inspiración en grandes siempre está ahí, pero, precisamente como inspiración. Para mi personaje de Berlín estuve viendo Ocean’s Eleven. Había un gesto de Brad Pitt cada vez que tenía que coger un vaso, como reflexionando, que captó mi atención. Pensé, “cómo mola esto”. Captar pequeños detalles que, al final son los que marcan un personaje, es brutal. Me fijo en ese tipo de cosas para crear los gestos que den personalidad a mis papeles.
Muchos actores tenéis un vínculo muy fuerte con el teatro, ahora que estás tan inmerso en estos proyectos, ¿te planteas dejarlo a un lado?
En absoluto, de hecho, para el año que viene tengo planeado hacer mucho teatro. El cine y la televisión muchas veces te drenan energía, mientras que el teatro carga siempre. Allí conoces todo al dedillo, de principio a fin, al contrario que en tele o cine, donde ruedas escenas sueltas. Sobre las tablas entra un factor de juego, de diversión y de improvisar con tus compañeros que es muy diferente. El teatro me puede mejorar cualquier día, es una liberación. También estoy muy feliz de rodar, claro, pero es distinto.
Los seguidores hoy en día son importantes, ahora mismo tienes tres millones. ¿La fama de hoy en día es más digital que a pie de calle?
Creo que es diferente, sí. Najwa Nimri dijo en una entrevista que la fama es como la espuma del champán; sube mucho de golpe y luego baja. Cuando salió “A través de mi ventana”, salir a la calle era una locura. Una vez en Barcelona me agobié tanto que tuve que volver a mi casa. Creo que los seguidores en redes se mantienen y la fama a pie de calle va bajando. Ahora me paran alguna vez, pero es mucho más relajado.