Su carrera profesional le ha convertido no solo en uno de los rostros más conocidos de nuestro país, si no, además, en uno de los más queridos. Su paso por concursos de televisión como Un dos, tres o El juego de la Oca; papeles en series que pasarán a la historia como Médico de familia e, incluso, interpretaciones con nominación al Goya como mejor actriz protagonista como el que tuvo en You are the one; hacen que forme parte de la historia de todos nosotros.

Cuando solo había dos cadenas Lydia ya formaba parte de la pequeña pantalla y, ahora, 35 años después y con unas reglas de juego muy distintas, no se aparta de ella.

La hermandad, en 2013, fue la película que la devolvió a la profesión que tanto amaba después de su único momento alejada de los medios y, desde entonces, ha seguido estando en proyectos que la han dado el lugar que la corresponde y que se capta en el poso de su mirada. El de una grande en un momento de madurez y esplendor.

Espectacularmente atractiva pero, en sus propias palabras, “sin la presión de querer ser perfecta” se encuentra a punto de estrenar La verdad, su último proyecto para Mediaset, que promete ser un éxito más.

Esta Lydia nos vuelve locos. Y por eso, y para celebrar todos los años que llevamos siguiéndola, es la protagonista perfecta de esta nueva edición de MADMENMAG. Esperamos que disfrutes de este encuentro tanto como lo hemos hecho nosotros.

Fotografías de VALERO RIOJA
Asistente foto PEDRO MELO y DENNIS KLEIN
MUAH JAVIER REYES
para FHI BRANDS ESPAÑA y ARDELL SPAIN
MakingOf ANDRÉS GARCÍA LUJAN
Realización MANU BERMÚDEZ
LYDIA BOSCH – EGO AGENCY

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Todo empieza en el Un, Dos, Tres,…

Si, para mí, el Un, Dos, Tres,… significó en su día entrar por la puerta grande del mundo de la televisión y de la que más tarde sería mi profesión.

No pude tener mejor escuela ni mejor maestro, mi querido Chicho Ibáñez Serrador. Me siento absolutamente orgu- llosa de ser “chica” Un, Dos, Tres…

¿Lo buscabas?

Ja, ja, ja….quieres creer que yo de pequeña mientras veía con mi familia la noche de los viernes el programa, siempre les decía a mis padres: “algún día yo seré azafata del Un, Dos, Tres…”, y fíjate…llegó.

¿Cómo fue?

Fue de forma casual, bien es cierto que de pequeña me encantaba disfrazarme y apuntarme a las obras de teatro del colegio, y ya de adolescente tuve mi pri-mer contacto con las cámaras trabajando en anuncios publicitarios. Recuerdo que el primero fue, el de “cuerpo DANONE” (risas). Digo de forma casual porque mientras una amiga y yo estábamos esperando a un grupo de amigos en una plaza céntrica de Barcelona, vimos que al lado en el café-teatro Belle Epoque” estaban haciendo el casting para encontrar posibles azafatas del Un, Dos, Tres… Mi amiga y yo fuimos a “cotillear”. Entramos y nos pusimos al fondo de la sala, y fue entonces cuando noté una mano en mi hombro y escuché una voz diciendo: “sube!”, me giré y era Chicho.

Vaya momento. Como para no subir…

Imagínate. Yo tenía 19 años y era una fan absoluta del programa. Vi a Chicho con las gafas caídas, mirándome por encima de ellas… Y de la forma en que me lo dijo, supe que tenía que subir.

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¿En qué consistía el casting?

Me pidió que subiera al escenario y que me uniera al grupo de chicas que estaban bailando una coreografía bajo las órdenes de Giorgio Aresu y Bob Niko famosos bailarines del entonces conocido ballet Zoom. Hice torpemente un déboulé y conté el chiste verde que me pidieron. Estaba tranquila porque me lo tomé como un juego, ni por un momento podía imaginar que yo tenía la posibilidad de ser la sustituta de Silvia Marsó como cajera contable del Un, Dos, Tres… Al cabo de un mes me llamaron para hacerme una prueba de telegenia.

Y así, como quien no quiere la cosa, en el programa más visto del momento y uno de los más míticos de la historia de la tele ¿Qué te dijeron en casa cuando les diste la noticia?

Pues esa fue una de mis grandes dudas. ¡Como contar esto en casa! Mi madre fue la que me echó un capote porque mi padre no estaba muy de acuerdo. Aceptar significaba marcharme de Barcelona, empezar a vivir sola y no les hacía mucha gracia. Mi idea era hacer (…)

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