Bueno, para ti mejor ¿no? Por que ser conocido tampoco te ha gustado nunca demasiado.

Tampoco me ha molestado. Cuando haces una serie lo mejor que te puede pasar es que la gente te reconozca, eso es porque se está viendo. Sería un poco contradictorio dedicarme a esto y no gustarme que me reconocieran. Habría hecho teatro en salas alternativas. Sería muy cínico pensar que trabajar con grandes directores o buenas producciones iría de la mano con el anonimato.

La fama es algo a lo que te tienes que acostumbrar y se tiene que producir un cambio en tí para sobrellevarlo. O sentarte a pensar que hay ciertas cosas en tu entorno y en tu realidad que han cambiado. Y eso, como cualquier cambio, puede ser traumatico. Pero una vez que lo asumes es mucho más llevadero. En un momento, con veinte años, si pudo suponer un conflicto interno pero ya lo he superado.

En algún momento me has contado que te surgieron dudas y miedos por este tema…

Fue un momento de “cero a cien”. Ese fue el problema. Hay gente que lo vive de forma más progresiva a medida que va haciendo trabajos. En nuestro caso, con El Internado, fue de la noche a la mañana y hay momentos de ajuste. Quizá cuando hablamos estaba en un momento donde eso me vino a la cabeza o tenía recuerdo reciente del shock que pudo suponer.

Lo que está claro es que tus comienzos fueron de ídolo adolescente…

Claro, ese es un factor importante. El público teen es más intenso. SuperPop, La Loca,.. Estaba en todas esas revistas. Todos eramos un poco “forracarpetas” (risas). No es solo ser popular. Es serlo para personas con una franja de edad que lo viven todo de forma muy intensa. En aquellos años era imposible coger el metro, por ejemplo. Ahora ya puedo hacerlo sin problema. Es algo muy volátil. Cuando la serie se estaba emitiendo la gente te miraba y señalaba y, en cuanto se dejó de emitir, bajó muchísimo. Luego es importantísimo tener claro que el fenómeno lo produce el personaje, no el actor. Mentalmente asumir esto ayuda.

SIGUE LEYENDO EN PÁGINA 3