Has grabado la segunda temporada de la serie y ahora estás en la segunda parte de la maternidad. ¿Qué lecciones trajiste ya aprendidas de la primera?

Cada lección la haces y la aprendes en el día a día. En la segunda maternidad tampoco hay manual de instrucciones. “¿Te creías que ibas a dormir?”, parece que te dice el segundo. He aprendido a no asustarme tanto y a darme cuenta de que tus hijos son sensibles, pero fuertes. También he aprendido que no hay que ser tremendista. Eso me ha enseñado la primera maternidad, a tomármela de una forma más sosegada. Con el primero, cualquier cosa rara y cualquier momento de tos me incitaba a pensar que se ahogaba. Con el segundo, igual se ahoga y digo, “Bah”. Es broma, ya me entiendes, pero se relativiza todo, afortunadamente.

Cada vez las mujeres tienen menos miedo a hablar de las sombras de la maternidad…

Es que es una realidad lo de que la maternidad es preciosa, pero tiene también su oscuridad. Esa parte oscura es muy oscura. Necesitas aire, y de repente vuelves a encauzarte. Hay que saber controlarse y saber estar, hay que aprender a controlar las emociones e intentar darle la mejor educación y cariño a esas personitas.

Se nos juzga como malas feministas, malas madres… ¿Tienes miedo a la exposición pública?

Lo llevo en un plano discreto por miedo. Prefiero mantenerme al margen, porque sé que afectaría y prefiero vivir más tranquila. Yo no sé cómo viviría esas cosas que le dicen por ejemplo a Cristina Pedroche sobre la maternidad, al igual que le pasa a otras tantas, que cada cosa que dicen están en boca de todos. No me gustaría, me parece que pueden hacer lo que quieran y no tienen que dar explicaciones. Estar tan expuesta y con tanta gente opinando te tiene hacer pupa.


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megan montaner
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Viniste a Madrid con 20 años desde Huesca. ¿Cómo ha cambiado la ciudad y tu relación con ella desde entonces?

Más allá de la ciudad, la que he cambiado he sido yo, que he ido evolucionando. Cuando llegué a Madrid, me quería comer el mundo y alucinaba con todo. Me maravillaba ir a La Puerta del Sol e ir a Preciados a admirar esa marabunta, esa diversidad y esas oportunidades, pero ahora me espanta. Ahora huyo y quiero estar en espacios tranquilos para estar con los míos. Me gusta salir con mis amigas y comer fuera, pero en ocasiones puntuales. Lo que hago es sobre todo buscar la tranquilidad, porque terminamos tan fundidos en el trabajo que para recargar pilas, lo que me funciona es estar cogiendo aire relajada en casa. Cuando voy a Madrid, porque ahora vivo en la periferia, disfruto y aprovecho, pero al mismo tiempo pienso: “Qué bien estoy lejos de esto”.

Con tu personaje de Elena compartes eso de no ser del lugar en el que vives del todo. ¿Cuántas veces te preguntas lo de “por qué Madrid”?

Al principio era el lugar para trabajar y en el que salían oportunidades, pero ahora me voy de vacaciones por ejemplo a Cantabria, a ver a la familia, y efectivamente me pregunto qué hago en Madrid… ¡Con lo que me gusta darme un paseo sin tragarme horas de atasco y sin tener el tiempo en el cuello! Aquí la vida pasa muy rápido y no te da tiempo a disfrutarla. Hay otros sitios en los que las cosas no pasan a la velocidad de la luz y puedes disfrutar de las pequeñas cosas, y en estos momentos eso es lo que me pide la cabeza y el cuerpo.

Como madre y actriz, ¿tienes la sensación de no llegar nunca, de sentirte culpable por todo?

Continuamente. La dificultad de la conciliación la sienten también ellos, porque en casa vamos haciendo un 50/50 para cuidados y trabajos. Vamos siempre con la lengua fuera, y más ahora que justo me he quedado sin ayuda y familia alrededor y estoy haciendo puzzles. Hoy casi me llevo al niño a las fotos, pero mi chico me ha ayudado, porque no disponía de nadie. Es complicado, pero lo conseguimos. Los astros se alinean, aunque no sé bien cómo sucede.

¡Esto no ha terminado! Más entrevista y fotos con Megan Montaner en la siguiente página