Aprovechando el reciente estreno de la esperada segunda temporada de ‘30 monedas’, hablamos con el actor sobre el más allá, sobre el más acá y sobre todo lo demás.
En un insólito giro de guión, Miguel Ángel Silvestre se ha convertido en un experto en la ficción teológica al protagonizar las series ‘30 monedas’ y ‘Los enviados’. Las segundas temporadas de ambas series se estrenan este año y con motivo del regreso de la serie de Álex de la Iglesia, hablamos con el actor para saber qué piensa del más allá y sobre todo, del más acá. Recibe cada halago con cariño, humildad y gratitud (“eres muy amable por decir eso”, dice con cierta timidez cuando le confieso que su bis cómica en la serie me ha cautivado) y se asegura de hacernos un hueco en su apretadísima agenda encargándose de que el tiempo, que va en nuestra contra, no funcione como un yugo a lo largo de nuestra charla. Por cierto, tras hablar con él, que habla de Álex de la Iglesia con la cercanía propia de quien ha grabado dos temporadas de una serie tan intensa bajo su batuta, pienso que tengo el derecho de hablar del director ya sin apellidos, refiriéndome a él, como el actor hace, como “Álex”. Agradezco no tener que encontrarme al director pronto, porque estoy segura de que tal familiaridad le va a resultar incomprensible e imperdonable, pero otro de los dones de Miguel Ángel Silvestre es hacer a quien habla con él sentirse parte de cada uno de sus proyectos y andanzas.
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Fotos Manu Bermúdez
MUAH Noemí Nohales
para TOM FORD
Estilismo Antonia Payeras
Entrevista Maryta Alonso
Gracias a Yoloviprimero
Beatriz Castro
DYP Comunicación
Durante las dos primeras semanas de rodaje de la primera temporada de ‘30 monedas’ contabas los días que te quedaban para terminar porque todo era “demasiado intenso y enérgico”. Has repetido… ¿Masoquismo o devoción?
¡Devoción! Cuando conocí a Álex y comencé a rodar con él, llamé a mi hermana y le dije: “¡Es que todavía me quedan X días!”. Confieso que estaba contando el tiempo que quedaba, porque hasta que entendí a Álex, todo me resultaba insufrible. Sin embargo, en el momento en el que entendí su universo, me lo pasé bien. Es más: es el rodaje en el que mejor me lo he pasado de mi vida, porque él es muy gracioso y disfruto muchísimo del tiempo que paso con él.
A nivel producción, ¿cómo ha sido adentrarse en el infierno?
Desde el comienzo, Álex es de los pocos que se puede permitir casi todo lo que le pide a la plataforma, y HBO ha sido muy generosa. Recuerdo que decía: “¡Es que tengo todos los juguetitos que quiero!”. Me parece además muy divertida una cosa que hace: cuando estamos en preproducción, te mete en sala y te enseña los monstruos de la temporada, porque los dibuja él. Eso lo disfruto muchísimo. Hay veces en las que cuando iluminan el plano, él dibuja lo que quiere que sea vea y cómo quiere que se vea. Habla con los de arte, pide profundidad de campo… Es un genio de la creatividad.
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¿Qué es el infierno para ti?
No estar cómodo con uno mismo; habitar un cuerpo en el que no estas agusto. Yo lo estoy, pero imagino que ha de ser algo difícil. Quizás el infierno es el vacío de un país por una corriente que sale del momento… Hay muchas maneras de vivir el infierno. Sin ir más lejos, el bullying es otro infierno, así como la soledad y la exclusión.
El director Juan José Campanella y Álex de la Iglesia son expertos en mezclar las cuestiones espirituales con una realidad cruda y austera. ¿Te atrae a ti el más allá, lo esotérico?
Me atrae, y es algo que he disfrutado sobre todo pudiendo conversar con Álex , porque como sabes, es teólogo y tiene mucha atracción por el bien, por el mal y por ambas caras de la moneda, así como por la existencia de Dios, que es la que da paso a la existencia del diablo. Cuando esas cosas te las cuenta Álex y por si fuera poco, estás rodando en Toledo, donde te habla por ejemplo de armaduras y del significado de la teología, todo cobra un sentido superior y es realmente interesante. Es como una película alucinante.