¿Qué tal llevas la exposición mediática? El ser una persona conocida.
Llevo una vida muy discreta, vivo muy normal. Hay días para todo, pero el 99% de la gente que me aborda por la calle es gente que me dice cosas bonitas. Alguna vez me he encontrado alguna cosa desagradable, pero son anécdotas. Y paso bastante desapercibida, no te creas.
Con la mascarilla, la gafa de sol y una gorra…
(Risas) Y ahora que me han puesto de rubia para una película, vamos, ¡de vacaciones! (risas).
Y el tema photocalls, sesiones de fotos para prensa… ¿Eso cómo lo llevas? ¿Te gusta o lo haces porque toca y punto?
Para eso soy muy vergonzosa. Me sigue dando vergüenza (risas). Además he salido siempre como la peor vestida y esas cosas horrorosas…
¿Cómo?
Sí, hombre. ¿Sabes esa revista que hacía rankings y ponía los ARRG. Pues había muchos míos (risas). Me han sacado alguna que otra vez y dices “Joer chica, qué desagradable. Vengo aquí con toda la ilusión y tú me pones eso en una revista”.
Pues muy feo sí, hay cosas que no entiendo que nos permitamos los medios.
Ya no se hace, pero hubo una temporada que sí. Y eso no me molaba nada. No entiendo que se haga algo así entre compañeros. En lo demás mi relación con la prensa siempre ha sido buena, nos necesitamos todos y eso lo tengo claro. Pero esas cosas tan feas me dolían.
He visto alguna entrevista tuya antes de hablar contigo y me he reído muchísimo, tengo que decirlo.
Estoy por apuntarme a un curso de dialéctica para aprender a centrarme porque hay veces que me voy por las ramas y me lío sola (risas).
No, no. Pero no por eso. Por las contestaciones espontáneas. Hay gente que tiene una especie de guion y le preguntes lo que le preguntes no se sale de ahí. Y hay otro tipo de gente, como puedes ser tú o Paco León, que es una maravilla para entrevistar, que habla sin filtros.
Imagínate cuando hicimos Paco y yo la presentación de prensa para Papa o mamá (risas). Había periodistas que salían sin saber muy bien que había pasado (risas). “Madre mía, he venío para ná. No me han dicho nada”. (Risas).
He visto una en la que contabas que tenías una especie de obsesión con merchandising de Nicolas Cage.
Bueno, si alguna vez puedo te enseño el chándal y vas a flipar. Tengo un chándal que todo son caritas de Nicolas Cage. Enterito (risas).
Como si fuera de Moschino.
Si, si (risas). Total. Todo empezó con la Reina de Inglaterra. Me compré una figura de cartón de ella de dos metros. Bueno, de dos metros no. A tamaño natural.
Lo que mida la pobre, que tampoco debe ser mucho.
Bueno, pobre yo. Ella no. (Risas)
Me he equivocado con el adjetivo, sí.
Pues eso, me la compré y la puse en el salón. A mi novio le hizo mucha gracia y me compró un Mikel Knight también a tamaño natural (risas). Así que teníamos en el salón a la Reina de Inglaterra y a Mikel Knight (risas). Y durante la pandemia me dio por buscar cosas de Nicolas Cage y flipé. Un universo. No sé si Nicolas sabe todo lo que tiene suyo ahí, con su cara. Alguien tendría que avisarle (risas).
Oye, ahora que hablas de la pandemia y el confinamiento ¿Qué tal lo llevaste? Tienes pinta de haber llevado mal estar encerrada.
Pues mira, no. Quise hacer algo útil y me puse a buscar voluntariados hasta que encontré uno en el que me puse a ayudar. El grupo de restaurantes 80 grados cedió sus cocinas para hacer comida para gente necesitada. Hacía falta gente para empaquetar la comida y ahí iba yo tres días a la semana. Estuve allí con un par de amigos. La verdad que lo que ha hecho 80 grados durante la pandemia ha sido brutal.
«Puede gustar mucho alguien un tiempo, luego desaparece… Hay una mano ahí detrás que elige quién sí y quién no. Tengo amigas buenísimas que no trabajan todo lo que creo que deberían trabajar. Eso es así».
¿A nivel personal cómo lo llevaste?
Yo solo quería ver la tele y comer. Me sentó bien. Llevaba una racha de mucho trabajo y me vino bien estar en casa tranquila. Esta es una profesión en la que o no paras o no te llama nadie. Hay un paro brutal. Pero bueno, me pilló en un buen momento.
Bueno, tú no paras mucho. Estás continuamente involucrada en proyectos.
Es una suerte, me considero muy afortunada.
¿Cuál crees que es el motivo de que haya gente muy buena en su casa esperando una llamada? Porque hay actores y actrices a los que, personalmente, echo de menos ver más en la pantalla.
No lo sé. Es que este no es un trabajo objetivo, es muy subjetivo. Puede gustar mucho alguien un tiempo, luego desaparece… Hay una mano ahí detrás que elige quién sí y quién no. Tengo amigas buenísimas que no trabajan todo lo que creo que deberían trabajar. Eso es así. Pero no sé si hay algún motivo concreto.
Me decías antes que en la comedia estabas cómoda y que no echas de menos otros géneros. Hace poco hablé con Paco León y me dijo que en su caso él sí que lo echaba de menos y que la forma de que le cambiaran de registro fue lanzarse a dirigir. ¿Alguna vez has pensado en crear tus propios proyectos?
¿Sabes qué pasa con eso? Tengo la esperanza y la ilusión de que llegará el momento en que me llamen para algo que no sea una comedia. Pasa el tiempo y reflejas cosas que creo que pueden ayudar a que suceda. No sé. Hay momentos para todo y todo llega. Lo de dirigir o crear algo… No sé. Tendría que hacer un curso o algo (risas). Voy día a día.
Pues por mí ya tengo material suficiente. No sé si hay algo que no hayamos hablado que quieras que salga.
Tú luego escríbelo todo que yo parezca lista ¿Eh? (risas).
Dalo por hecho (risas) No me va a costar mucho tampoco. Hay veces que he tenido que hacer esfuerzos, pero no va a ser el caso.
Oye y Operación Camarón, que vaya todo mundo a verla. A ver si nos vemos un día y te regalo una camiseta de Nicolas Cage (risas).
Si esto sucede te lo recordaré. Qué sé que ya tienes hasta un cojín firmado, una fantasía.
¡Sí, pero se lo ha quedado Paco León!
Pues hagamos un llamamiento desde aquí para que te lo dé.
¡Devuélveme el cojín, Paco! (risas)
Un beso enorme preciosa.
Otro para ti (risas).
No te pierdas a Miren Ibarguren en OPERACIÓN CAMARÓN. ¡La comedia que está arrasando en cines!
