Por ahí iba antes… Por esa responsabilidad que hace mantener siempre una fachada anti polémicas.

Sí, es verdad, al final tienes mucho cuidado con lo que dices porque eres un personaje público. Pero, vamos, es que tengo muy claro que yo me represento a mí mismo y el político representa a todo un electorado. Él sí tiene responsabilidad. Victoria solo habla por ella y su coño moreno. Y eso que pienso que lo que ha dicho son burradas ¿eh? No estoy de acuerdo. Pero cosas peores ha dicho Trump…

Respecto a tu carrera, haciendo un poco de balance ¿Te esperabas que fuera tan meteórica?

No lo esperaba, para nada. No tenía una imagen de un estatus profesional que alcanzar. Lo que he sido siempre es muy inquieto y he intentado generar mis propias cosas. Desde que salí de la escuela, con veinte años, ya monté mi primera compañía y siempre he hecho mis cortos, mis obras de teatro… Todo esto que me ha ido pasando, la fama, la he intentado usar en mi beneficio, con mis objetivos. Para eso he tenido que matar éxitos como el personaje de Raquel Revuelta o, de repente, mantener un éxito como Aída durante diez años y compaginarlo con películas. Estoy intentando divertirme, explorar y hacer cosas nuevas. En eso estamos. Es verdad que han ido bien las cosas, tengo mucha suerte y un poco de talento, que todo el mundo lo tiene. La suerte y el trabajo igual no, pero talento tenemos todos.

Hacer durante tanto tiempo personajes tan cómicos y poder explorar otros campos, digamos, más «serios». No todo el mundo tiene esa oportunidad o esa suerte.

O no todo el mundo toma ese riesgo ¿eh? También te lo digo. Yo estaba haciendo Aída cobrando muy bien, que nunca voy a cobrar igual de bien, y me puse a dirigir. Ese fue un punto de inflexión. Podía haber seguido con el éxito seguro, comprarme un chalé en la playa y vivir la vida. Pero me puse a hacer películas. Creo que ese tipo de decisiones son las que marcan la diferencia y hacen que las cosas sigan otro camino o te quedes siempre siendo El Luisma.

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Todo esto que me ha ido pasando, la fama, la he intentado usar en mi beneficio, con mis objetivos. Para eso he tenido que matar éxitos.


¿Hacer Carmina o revienta fue necesario para que la industria te viera de otra manera?

Hombre claro. Fue una película que me financio yo y me hago con dos cámaras de fotos y mi madre. Y gana en Málaga, nominada a mejor Dirección Nobel… Fue un experimento que salió bien. Y después Carmina y Amén, Kiki, Arde… Empezar a dirigir, a hacer otro tipo de personajes… Y ahí sigo.

¿Has notado un cambio en cómo te mira la gente de la profesión, en tus relaciones?

Sí, un poco. Creo que siempre he gozado del cariño, he caído simpático, y ahora además hay un poquito de respeto. Que normalmente los cómicos despertamos mucho cariño y muy poco respeto (risas). Esto de dirigir te da ese prestigio, y sin sentido. La gente piensa que tiene más mérito que ser un payaso, cuando es muchísimo más difícil ser un buen payaso que un buen director.


Siempre he gozado del cariño, he caído simpático, y ahora además hay un poquito de respeto.


De ti ha surgido, además, una saga. Cuando hablé con María León me dijo que eras muy patriarca.

Es verdad que hay un poco de eso, soy un poco gitano con la familia. Pero se lo han ganado ellas ¿eh? Mi hermana se hizo La voz dormida con Benito Zambrano y ganó el Goya, la Concha de Plata… Yo la llevo de la mano pero el talento lo tiene. Hace tiempo que pudo dejar de «pedir perdón» por ser la hermana de Paco León. Y mi madre igual, yo le pongo la cámara delante pero todo lo demás lo hace ella. Si no lo hace así no es Carmina Barrios.

No te decía que las hubieras ayudado pero está claro que es una saga maravillosa que comenzaste tú por ser el primero en darte a conocer. ¿Te has sentido alguna vez responsable de ellas? Sin serlo ¿Pero lo has sentido?

Con mi madre me siento más responsable, con mi hermana no. María me pide consejo y se lo doy, pero con mi madre soy yo el representante. Soy el que la dice «esto sí y esto no». Ahora la estoy dejando hacer más cosas pero al principio, por ejemplo, decidimos que no iba a hacer promoción ni entrevistas. Nunca. Y eso sirvió y está haciendo series, películas,… A su ritmo, porque ella vive la profesión desde otro sitio. Deja que sea yo el que la diga qué hay que hacer.


Con mi madre me siento más responsable, con mi hermana no. María me pide consejo y se lo doy, pero con mi madre soy yo el representante.


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