La suya fue una de esas evoluciones que tanto adora la industria del entretenimiento: de chica Disney a reina del reggaetón. Algunos la consideran la versión latina de Miley Cyrus, pero lo cierto es que la cantante y actriz Tini Stoessel (Buenos Aires, 1997) ha logrado labrar su carrera con un estilo muy personal. El éxito internacional de la serie argentina de Disney Violetta (2012-2015) la catapultó a la fama. Pero eso ya queda atrás. Tres discos, varias giras y una pandemia después, Tini es otra mujer.
Su dulzura no es algo impostado: la rezuma en su voz y sus maneras, pero también cuando un par de fans que han descubierto el hotel donde concede entrevistas la abordan en recepción para pedirle un selfie. Tini es de su misma generación: la que le pide a sus ídolos fotos, no autógrafos. Y también la que habla sin tapujos sobre salud mental o sobre una relación más saludable con las redes sociales. La pandemia ha conseguido darle un respiro, en una carrera meteórica que la obligaba a vivir subida a un avión o a un escenario hasta que todo se detuvo en 2020. Ha aprovechado este tiempo para conectar más consigo misma y hacer recapitulación de todo lo ocurrido, que no es poco. Hoy es una mujer más madura, y eso es algo que probablemente se refleje en la música que prepara y que está deseando presentar al público español, al que adora. Dice que se siente como en casa cuando está en España, y tiene entre manos grandes proyectos para el año que viene.
Entrevista. Julio César Ortega
Entrevista con Tini Stoessel
¿Cómo estás? ¿En qué punto te encuentras en este momento?
Estoy en un punto muy personal. Un proceso muy desde dentro hacia fuera. La pandemia, en algún punto, nos obligó a reencontrarnos con nosotros mismos. No me sucedía el tener tiempo para mí sola, sin gente alrededor. Es algo que no me ocurría desde que tengo memoria. Me cayó mucha información desde muchos lados, y a partir de ahí empecé un proceso muy interno y profundo. Considero que todo el arranque de este año ha sido para mí, estando conmigo misma, y aprendiendo mucho. Estoy muy bien.
Has ido evolucionando mucho en poco tiempo. ¿Qué sabes ahora que no sabías hace un par de años?
Muchísimas cosas, incluso profundas y personales. El hecho de haberme conocido desde un lugar mucho más real. A partir de ese concepto surgieron muchos cambios, otras formas de ver la vida, de pensar… cosas en las que siento que crecí un montón. He crecido mucho en el último año y medio.
El boom de la fama te llegó con Violetta. ¿Estabas preparada para vivir aquello?
Es como ser madre o padre: nadie te prepara. Hasta que no sos, no sabés qué va a pasar. Hasta hoy soy consciente de muchas cosas que en aquel momento no era, entre la dinámica de no parar, y shows, entrevistas, aviones… Estar sólo 15 días al año en mi casa, y pasarme el resto arriba de un avión… incluso tenía momentos en los que no estaba presente en lo que estaba viviendo, porque no tenía tiempo, o la capacidad de estar en un espacio físico disfrutándolo del todo, porque al segundo le toca otra cosa, y luego otra… es tanta información que hay cosas que se han borrado de mi cabeza, de haberlo hecho tan automático. Eso es lo que tienen los fenómenos. Violetta fue eso. Estábamos todos subidos a un tren de no parar, de vivirlo, disfrutarlo, experimentar, crecer… pero frenar en algún momento creo que también es importante. También es fundamental tener cerca personas en las que puedas confiar. Conforme voy creciendo me reafirmo más en eso. Desde chiquita me fui encargando de mantener esas personas. Me arrepiento de no haber seguido mi intuición a veces, pero la vida se trata también de equivocarse.
El éxito y la fama te llegaron muy pronto. ¿En algún momento temiste vivir esa maldición que sufren tantos artistas que triunfan de niños o adolescentes pero que de adultos caen en desgracia?
Desde chiquita hay límites que no cruzo, por mi personalidad, por mi familia y mis amigos… El mundo de la droga, por ejemplo, es algo que ni siquiera me tienta. Hay cosas de las que no tengo necesidad. Para mí es muy importante tener unos límites, como lo es tener ordenada mi cabeza en tantas cosas. El gran respaldo de mi familia y de mis seres queridos es muy importante. Cuando te haces conocido, empiezas a tener acceso a muchas cosas. Pero uno tiene que tener muy claro hacia dónde va. Yo tengo muy claro que, sobre todo, quiero cuidarme. No quiere decir que a veces no tenga ansiedad o no pueda más, como todos, pero soy fuerte como para saber llevar eso de manera limitada.
Tu público es, en general, muy joven. Eso que dices tiene que ver con un tabú que esa generación está derribando ahora, y que es la salud mental. ¿Qué haces para conseguir tú ese equilibrio?
Verbalizar las cosas creo que es súper importante. Uno se puede conocer, pero hablar, sacarlo todo, es bueno. Creo que el cuerpo, la mente y el alma tienen un mecanismo de autodefensa con el que borra o sella cosas para que no te duelan tanto. Pero si vos no lo sacás para afuera, eso se queda ahí y puede estallar, aunque el cuerpo y el corazón sean fuertes. Si no pudiste hablar, o decir algo… Y normalizar que está bien hablar con especialistas, con psicólogos, con personas que te puedan ayudar, con amigos… Una de las cosas más importantes para mí es hablar. Si me lo guardo, exploto por algo distinto, porque no sané en su momento lo que debía. Estoy en ese proceso de obligarme a verbalizar las cosas en su momento.