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A los 19 años atravesó una crisis existencial que dio por zanjada cogiendo una guitarra. Encontrar tu vocación, el camino que has venido a recorrer, no siempre es fácil pero una vez que lo encuentras tienes esa «piedra en la que picar» para alcanzar tu meta. Y a por ella va.
Travis Birds presenta La costa de los mosquitos, su segundo disco, después de participar en el disco homenaje a Sabina con una versión de 19 días y 500 noches que ha arrasado en streaming y de poner música a la serie El embarcadero de Movistar+. Dos hitos que tiene marcados en el calendario de una carrera que empieza llena de pasión y ganas.
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Travis Birds
¿Qué tal estás?
Pues aquí, a tope con el lanzamiento del disco y encantada de saludarte.
Igualmente, un placer. Pude escucharlo y me ha encantado, enhorabuena. Supongo que llega después de muchos años de lucha y esfuerzo. Cuéntame por qué elegiste la música o cómo surge la vocación.
La música la encontré en un momento de crisis existencial total. Odiaba al mundo, mi vida… No sentía que fuera alguien que pudiera aportar algo al mundo.
¿De qué edad hablamos?
Con diecinueve años
Edad complicada…
Ese momento de elegir quién eres y, si no lo sabes, hay mucha presión. En el verano de 2010 me fui sola a Londres y cuando volví empecé a estudiar diseño gráfico en un sitio nuevo, con gente nueva… Una vida nueva. Estaba muy poco contenta con haber acabado ahí. Lo empecé un poco por mi padre, que ya estaba el hombre preocupado. En ese momento el mundo me quedaba grande. Una tarde tonta cogí una guitarra que tenía pero nunca había empezado a tocar y flipé con cómo vibraba. Tuve una conexión brutal con el instrumento. Y, sin pretender nada, empecé a aprender a tocar acordes.
¿Cómo lo hiciste? ¿Con YouTube?
Si, con YouTube, algún amigo que me dio consejos y libros… Cada tarde me la pasaba intentado colocar un acorde para que sonara bien (risas). Se me abría un mundo con cada acorde, el más simple me daba mil millones de posibilidades. Y empecé a componer poco a poco, salió de forma muy innata. Tampoco dije «voy a escribir una canción». Yo ya escribía y simplemente traté de encajar una letra en una melodía. Se la enseñé a mi hermana, tuvo una reacción de emoción muy bonita, y supe que la locura había llegado (risas). Me volví loquísima, acabé diseño y me metí a estudiar composición. Fue duro porque empecé de cero y la gente tenía bastante nivel y mientras estudiaba trabajaba como diseñadora para pagarme los estudios. De repente el diseño tuvo sentido.
Bueno, el diseño gráfico, como todos los estudios creativos al final te abre la mente y te permite indagar en otras formas de expresión. También te habrá ayudado a la hora de elegir las caratulas de tus trabajos…
Opino lo mismo, pero en ese momento no lo sabía apreciar. Estaba enfadada conmigo misma porque veía a mis compañeros que ya sabían lo que querían y no era capaz de ver lo positivo. Me parecía una perdida de tiempo increíble. Y esa sensación no cambió hasta que terminé de estudiar, empecé a trabajar como diseñadora y supe empezar a valorarlo como lo hago ahora. Me parece algo precioso y un camino para expresarme artísticamente.
Una vez que entra en tu vida el «bicho» de la música ¿Qué pasos das?
Intenté empezar a moverme por el circuito de micros abiertos que había en Madrid en ese momento intentando que me dejaran tocar en sitios. Lo que más me gustaba era compartir lo que estaba haciendo. Tenía una repuesta muy buena de la gente y eso me daba muchas alas. También empecé a formarme en clases como intérprete y me metí en grupos para tocar. En la primera banda, me acuerdo, solo me dejaban tocar el shaker (risas). Y encima lo tocaba fatal (risas). Me decían «ya nos pondremos con tus canciones» y nunca llegaba, me enfadaba… (risas). Y poco a poco fueron saliendo más conciertos, cada vez más con mis temas… Me acuerdo por ejemplo de la primera vez que toqué en Siroco, que me hizo mucha ilusión. Vino mucha gente, todos conocidos claro (risas). Un día un tipo me dijo que estaba interesado en el proyecto pero que necesitaban un disco. Y ahí me di cuenta de que había llegado el momento de dar ese paso.
He visto que ese disco lo financiaste a través de un crowdfunding ¿Qué tal la experiencia?
Si, me daba pánico porque en ese momento no me conocía nadie y no había demostrado nada como para pedir dinero a la gente para hacer un disco. Lo tuve que hacer, porque no había más remedio, y la verdad es que salió muy bien. Me llevé sorpresas como Jau, que ahora es amigo y ha sido mi abogado también, que hizo una aportación de 500€. Cuando me llegó el email pensé que era un error (risas). Era una recompensa que puse por poner (risas). Ese disco me dio muchas alegrías y personas especiales. Como el productor, que lo hizo por amor al arte.
Que también sé que fue otra casualidad curiosa…
Increíble. Mi hermana conoció a un chico en el tren, que ahora es mi batería, y le enseñó mi trabajo. Yoyo, que se llama así, me presentó a Álvaro y él ha sido el productor de los dos discos. Ha sido gracias a él que pudiera salir ese primer disco y el contar con él lo revalorizó muchísimo.
Durante ese tiempo supongo que habría dudas, miedos… Sobre todo cuando estás sacrificando cosas sin poder vivir de ello ¿Te has sentido así alguna vez?
Pues la verdad es que no. No te digo que no haya estado agobiada, que lo he estado, pero era mucho peor cuando no sabía cuál era mi vocación. Ese es el agobio más difícil de sobrellevar. Cuando no sabes a qué quieres dedicar tu vida. A partir del momento en el que descubrí que era medianamente buena en algo y que me hacía feliz… Por lo menos tenía la piedra en la que picar. Eso me daba menos vértigo que cuando no entendía el sentido de la vida. El tener esa luz encendida me da tranquilidad, la he tenido encendida para ir hacia ella sin dudar si saldría bien o mal. Lo importante es intentarlo.
La respuesta más coherente. Lo complicado es encontrar quién eres y qué te llena.
Te agobias porque hay que pagar las cosas, pero me he ido buscando la vida para poder hacerlo. En este proceso, la verdad, esa luz nunca se ha apagado como para dudar de si merece la pena ¿sabes?. En eso siempre he sido muy constante, sabiendo que tenía algo que contar. Siempre me han dicho que tengo muchos pájaros en la cabeza y creo que son necesarios, si no estuvieran ahí no haríamos nada.
Durante el camino has tenido grandes oportunidades como la de participar en el disco homenaje de Sabina o que uno de tus temas haya sido la banda sonora de la serie El embarcadero de Movistar+ ¿Cuándo sientes que empiezas a estar en el camino?
Qué buena pregunta esa… Pues, es que ha habido momentos de revelación durante estos años. Incluso cuando estaba empezando he tenido esos instantes de decir «Bien, ya estoy aquí».
Uno de ellos, supongo, ese primer bolo en el Siroco.
Si, claro. Total. Ha habido muchos. Uno de ellos, que puede parecer una chorrada pero yo noté algo muy fuerte en ese momento, fue una mañana que me desperté en casa de un chico con el que estaba saliendo. Fui al baño y, de camino, pasé por delante de la habitación de su compi de piso. Estaba la puerta abierta y tenía una batería montada ocupando toda la habitación. Te juro que sentí algo en plan de conexión, de estar en el lugar correcto. No sé cómo explicarlo. En ese momento sentí que empezaba un camino. Luego han ido pasando cosas como cuando llegó la propuesta de la serie El embarcadero, no me podía creer que fuera cierto. Incluso hasta tiempo después de salir la serie no asimilé que había pasado. Voy lenta en eso. Ahora siento que las cosas empiezan a estar en su lugar.
Y llega La costa de los mosquitos, el último trabajo y un paso más en esa reafirmación.
Ha sido un proceso muy largo y difícil. Primero con la discográfica, para llevármelo de allí porque no quería hacerlo con ellos, luego la pandemia,… Y por fin está aquí.
¿Qué pasó con la discográfica?
Bueno, pues que no estaba contenta con el trabajo que estaban haciendo y el trato que teníamos. En ese momento era muy inexperta, me dijeron que ese contrato era normal y lo acepté. Pero ahora, que ya sé más, entiendo que no puedes dar así tu trabajo. Ellos tienen que poner más de su parte. El trabajo en equipo no estaba funcionando y me ha costado mucho irme.
Finalmente ¿lo has autoeditado?
Si, lo he financiado yo y he hecho una licencia para poder venderlo en puntos de venta. La idea, por el momento, no es ser artista de una discográfica aunque si llega una propuesta interesante por supuesto que la miraré y lo pensaré.
Ahí entras en un universo, paralelo a la música, que es el de la propia industria, el negocio. ¿Esa parte cómo la llevas?
Tengo la ayuda de mi amigo Jau que es un gran abogado y me echa un cable siempre con todo. Esa parte se me hace super aburrida (risas). He tenido muchas reuniones relacionadas con cosas de la industria y se me hace cuesta arriba, la verdad. Al final el arte, en el momento que hay gente que necesita vivir de ello, se corrompe. Hay decisiones que se tienen que tomar por un interés económico y tienes que poner la balanza. Es cierto que es importante poder vivir de ello, pero es peligroso relacionar dinero y arte. Voy aprendiendo, hay mucha tela…
Lo imagino. He podido hablar con más artistas que dirigen su carrera y es muy difícil encontrar un perfil de alguien creativo y bueno en los negocios. Parece algo incluso antagónico.
Si, es cierto. A mí lo que me faltaba era mucha información que no sabía dónde obtenerla. Es complicado e implica tropezarte mucho y aprender de errores para no volver a cometerlos.
Hablemos de La costa de los mosquitos una vez lanzado al mundo ¿Qué supone para ti este disco?
Está compuesto en una época de muchos cambios en mi vida. Me fui de casa de mis padres y se dieron una serie de situaciones que no había vivido y en las que no me conocía. Me ha cambiado la visión en cuanto a lo frágil de la mente humana. Tenemos muy inculcada en la cultura la idea de dar una imagen a los demás y a nosotros mismos y me parece que hay una línea muy fina que separa todo eso de la locura y de la parte animal, la que se rige por impulsos. Las obsesiones, sin duda, son un aliciente para despertar esa parte. Conceptualmente me interesaba mostrar un mundo en el que las obsesiones son el vehículo a la locura. Represento todo eso con una especie de isla en la cabeza del oyente en la que está él solo con la naturaleza y con las criaturas de su subconsciente. De una forma muy onírica presentar un mundo muy personal relacionado con la hostilidad y la belleza que tiene a la vez la naturaleza.
Wow.
(Risas) No sé si te lo he explicado bien. Llevo muchas entrevistas y ya no sé lo que digo (risas).
Si, lo has explicado muy bien. Me ha encantado.
Pues eso sería (risas).
La canción de la serie El embarcadero, Coyotes, ¿es el detonante conceptual de este disco o ya estaban todas las canciones hechas y este planteamiento desarrollado?
Si, de hecho Coyotes no fue la primera de esta tanda de composiciones. Fue la primera en publicarse por los tiempos de la serie pero el concepto había salido ya con Claroscuro aunque a veces tardas en entender que estás queriendo decir. Voy haciendo cosas y de repente me doy cuenta de hacia dónde va. Yo estaba en ese momento vital.
Cuando escucho tu música me trae a la cabeza a artistas como Chambao, Bébe,… Ese universo ¿Cuáles dirías que son tus referentes al componer?
Me cuesta dar mis referentes porque cojo referencias de mucha música muy distinta entre si. Incluso autores que no tengo tanto de cabecera pero me inspiran. Jorge Drexler, Amy Winehouse,… También soy muy de canciones, no de obras completas. Sin duda hay cosas de muchas canciones que voy descubriendo y me hacen ir evolucionando.
Ahora está muy de moda el hacer colaboraciones ¿Tienes alguna en mente?
Hay un tema con Kevin Johansen que acaba de salir. Esta es la primera colaboración que he hecho con mi música. Claro que tengo algunas en mente, que me encantaría hacer, pero lo veo difícil (risas).
¿Como cuáles?
Pues mira, con Jorge Drexler ojalá llegue el día de hacerlo.
Pues no lo veo difícil.
(Risas) Ojalá cuando le llegue la propuesta y le apetezca. Luego también me fliparía hacer algo con Estopa. El otro día volví a sus primeros trabajos y me fliparía que sucediera.
Con el tema de la gira supongo que esté el tema complicado pero sé que hay algo previsto.
Sí, sacamos cartel el otro día y tenemos bastantes fechas esta primavera para ir presentando el disco en formatos pequeños. Ha merecido la pena esperar porque cuando empezó la pandemia habría sido imposible. Estaremos en Madrid, Barcelona, Almería, Málaga, Zaragoza…
Pues ojalá salga muy bien y tengas buen feedback en esos directos. Iremos hablando y me vas contando. Un placer este ratito.
Igualmente, de verdad. Muchísimas gracias.