Bajo un sol como un enorme hueso blanco de una bestia gigantesca que estuviese incendiándose en el cielo, vemos a un joven de cabellos rizados, camiseta de tirantes y pantalón de rayas verdes, que mientras un pañuelo se bate al viento en su bolsillo, él se aferra a la roca con sandalias de cuero. La película avanza y si comenzábamos como si esto fuera un texto de Tennesse Williams, las imágenes nos llevan después a Buñuel. A una cabeza de toro, de esparto, a una silla de pueblo de madera y enea en una calle solitaria, a tapias de piedra y cal descascarillada, a paramos verdes y ventosos, y a ese mismo joven con una camisa de cuello francés color mantequilla y calcetines rallados, recostado sobre unos pantalones cortos azules como el cielo de ese verano color nostalgia, naranja y sepia. Roots, raíces, se sobreimprime sobre el celuloide ajado y ése el título de la colección cápsula con la que el artesano extremeño Javier Sanchez Medina se descubre para Zara Man (después también de su incursión en la restauración con Pan y pepinillos, su reinvención de la tasca madrileña) como un creador absoluto.
Fotos Manu Bermúdez
JAVIER SÁNCHEZ MEDINA
X ZARA MAN
Javier Sánchez Medina para ZARA MAN. La colección con el diseñador como modelo.
La proa de Inditex confía en Sánchez Medina una vuelta a los orígenes, al verano de nuestras infancias, incluso, al de un verano y a una infancia sin fecha en un espacio tan cercano y natural como olvidado. Se retrotrae a un ámbito que convierte en novedoso por lo que abandera como naif y sencillo. Su apuesta es naturalmente favorecedora, cómodamente estética. Y eso se traduce en patrones rectos, amplios, puros, ligeramente pinzados, atemporales y en colores que, como en una partitura, mientras los bajos se empolvan y tiran a distintos tonos de tierra, desde los amarillos/ocreas a las arcillas, los vibratos se divierten en la grandilocuencia del azul, del verde o el magenta. Para los complementos, cuero, en sandalias, en cinturones, en bolsos y bandoleras.
Y así, el rey del esparto, que ha hecho de este arte ancestral y casi carpetovetónico, el summun de la sofisticación tribal como un tótem africano o un jarrón Ming, entra por la puerta grande del diseño que, pocos muy pocos, al menos en el gigante de Arteixo han llegado a rozar. La colección está marcada por prendas clásicas renovadas en colores monocromáticas, boxers, cubrecamisas, pantalones… que se aderezan con piezas más singulares con estampados geométricos o rayados –camisas, pañuelos…- para, como en un azulejo de su tierra, de trazos firmes y pequeños detalles, dibujarnos un verano real pero ensoñador.
Cuentan que la colección se inspira en el armario de su autor. En lo que él usa para vestirse y especialmente, para trabajar. De ahí ese aire worker de pantalones y camisas, pero también apunta maneras provenzalmente sofisticadas, con sus cuellos franceses. Pero no sólo hay ijnspiración en las prendas que utiliza Javier, también en las que usó su padre, o su abuelo… hombres que, como él, trabajaban con sus manos la tierra o lo que ella nos regala.
Rizando el rizo, el propio Javier usa las mismas prendas que su padre, herencias que, mientras cose en su tienda de la calle El Escorial de Madrid, le proporcionan un aire desenfadado y bohemio que contrasta con el cosmopolitismo urbanita de la zona. Lo mismo que ocurre con el escaparte de sus trabajos en Malasaña o en las boutiques de Loewe que atesoran sus trabajos entre bolsos amazona. Y lo mismo que sucederá en el salón de Sara Jessica Parker cuando su cabeza de toro de esparto presida sus cenas con Matthew Broderick, marido, o Ryan Murhy, su coproductor querido.